Planificar la vida para fraguar y prever un futuro ha sido un valor al que nos ha empujado la educación tradicional; desde el refranero popular hasta fábulas como la de la cigarra y la hormiga han puesto en valor la previsión versus el vivir al ... día. Pero los acontecimientos que nos sacuden en los últimos años parecen empeñados en mostrar que más vale no hacer previsiones y vivir día a día porque todo puede cambiar de un momento a otro, volatilizando los planes trazados.
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La inesperada pandemia de la COVID y la hostilidad política que pone sobre la mesa lo fácil que es atacar a otro país, destruyendo en un momento vidas y rumbos vitales, parecen empujar el valor del disfrutar del presente inmediato adaptándose a las circunstancias emergentes. La fragilidad de la vida, evidente en las dramáticas imágenes que recibimos desde Ucrania, o las recibidas desde otras zonas de conflicto bélico o azotadas por catástrofes naturales, está calando en la mentalidad de época. Por ejemplo, el mercado actual del empleo no solo hace desaparecer la demanda de profesiones tradicionales y emerger otras nuevas en inteligencia artificial, ciberseguridad o ingeniería de datos, sino que lo que más valora es la capacidad de adaptarse aportando soluciones en un futuro incierto, frente a la especialización que tanto se buscaba hasta hace poco.
Quizás no tenga nada que ver con ello, pero esta tendencia confluye con cambios en la maternidad. Estamos en un momento de baja natalidad mundial, especialmente evidente en España (1'18 hijos por madre), con un significativo y continuado retraso en la edad de maternidad (32,3 años versus los 29,4 en la Unión Europea). Además, sorprende que más del 10% de los nacimientos se dan entre mujeres de 40 años con un significativo avance de madres con 50 años, una rareza hasta el año 2000 pero que se ha multiplicado por 11 desde entonces situándose ya, en España, en 171 partos.
Probablemente el espíritu de época marcado por acontecimientos actuales afecte a la generatividad humana y la necesaria renovación social. Vivir al día entregados a fines inmediatos puede retrasar la procreación; quizás las condiciones de la vida laboral (entrada más tardía y con menor remuneración para alcanzar la independencia económica, o que reclama una intensa dedicación para el logro), influyen en ello. En palabras de John Lennon: «La vida es lo que va sucediendo mientras te empeñas en hacer otros planes».
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