
La violencia no es la solución
La paz no es solamente ausencia de guerra, es construir una sociedad donde prevalezcan igualdad, respeto y libertad
Carlos Usón | Plataforma Ciudadana Bienvenidos Refugiados
Sábado, 12 de abril 2025, 22:09
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Carlos Usón | Plataforma Ciudadana Bienvenidos Refugiados
Sábado, 12 de abril 2025, 22:09
Son varias –y, en este caso, varias son muchas– las personas que me dicen que no nos queda más remedio que armarnos y, si hace ... falta, entrar en guerra con Rusia. La respuesta, con toda nitidez, es 'NO'. Existen otras soluciones. Cuando el matoncillo de clase intenta imponer su tiranía, hay tres formas de responder a su despotismo: sometiéndose a su dictado para tratar de que no te afecte, que es más o menos lo que Europa está haciendo en relación a Trump; plantarle cara, cogerlo del cuello y dejarle claro que no es el más fuerte, que al parecer es lo que la UE pretende hacer con Putin; o unirse y, sin violencia alguna, aislarlo y dejarle claro que nuestros principios son otros y que no nos vamos a someter a su tiranía. Esta tercera vía que, aunque a priori no lo parezca, es la más eficaz, solo tiene un inconveniente: haber cultivado previamente principios de no agresión, no sumisión e igualdad. En este paralelismo que trato de establecer, esto sería poner los Derechos Humanos por encima de cualquier otro tipo de interés.
Cuando esos principios básicos no se cultivan, cuando el diálogo y la discusión argumental de las ideas desaparecen del horizonte personal, recurrir a la guerra para resolver los conflictos entre países resulta natural y las alternativas se antojan estrafalarias convicciones de 'paciflautas'.
En lugar de recurrir a sesudos referentes me gustaría tomar como norte el saber popular, ese que tanto denosta la academia y que tan profundo resulta tantas veces. Afirma el refranero que sólo nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena y esa parece ser la situación a día de hoy. Sumidos en el declive de valores de la sociedad actual, el anuncio de los líderes europeos de gastar 800 millones de euros en rearmar a Europa, unido al consejo de la señora Von der Leyen de proveernos de un kit de supervivencia y al gris horizonte que se cierne sobre la política mundial, nos ha hecho reflexionar sobre la guerra y el significado de la palabra paz.
Construir la paz, cuando la guerra parece estar lejos, significa educar en la no violencia, no como un ideal lejano, sino en el día a día. Combatir la violencia con violencia es una estupidez sobradamente conocida, pero al parecer resulta una espiral demasiado atractiva como para prescindir de ella. Eliges una película al azar del elenco que nos ofrecen las cadenas de televisión y tienes una alta probabilidad de que sean las armas las que impongan su ley y la violencia, casi siempre mediante el asesinato, la solución final al problema que se plantee.
Esa violencia gratuita –verbal y visceral– con la que adereza la ficción (discusiones de bar, diálogos entre narcotraficantes o relaciones entre policías...) es la misma que usan nuestros adolescentes para amedrentar a sus iguales. Esa falta de respeto a la dignidad humana y la desconsideración al otro como igual es la que alimenta el acoso escolar.
Construir la paz, cuando la guerra parece estar cerca supone apoyar a los movimientos pacifistas en sus actos de oposición a la solución bélica, pero también tener claro que nuestro enemigo no es el pueblo ruso ni el ucraniano o el sirio... El peligro procede de quienes necesitan las guerras para enriquecerse. Por eso viene bien recordar lo que decía mi tío Venancio, combatiente de la guerra civil española: «En primera línea de combate, todos los que estábamos en las trincheras, éramos gente humilde, pobres, todos pobres». Recordarlo y preguntarse: ¿Estamos dispuestos a enviar a los hijos a la guerra? ¿Estamos dispuestos a aceptar una economía de guerra? ¿A mantener solo el funcionamiento de las actividades económicas indispensables para el país –y la principal será la producción de armamento, maquinaria pesada y proyectiles–? ¿A aceptar medidas de restricción del consumo hasta llegar al racionamiento si fuera necesario?
Las guerras nunca han resuelto nada. Los 20 millones de muertos en la Primera Guerra Mundial fue una solución hasta que apareció el iluminado de turno dispuesto a sacrificar 60 millones de personas para recuperar, por la fuerza, lo que entiende que perdió por la fuerza. Hoy la situación es aún más absurda, una guerra entre potencias nucleares siempre tiene como solución última antes de la derrota el uso de esas armas nucleares.
La paz no es solo ausencia de guerra, es construir una sociedad donde prevalezcan igualdad, respeto y libertad. Es defender un modelo de convivencia basado en la justicia social, en el acceso equitativo a los recursos y en la resolución pacífica de las desavenencias. Edificar la paz es construir un mundo en el que los conflictos se resuelvan sobre la base del derecho internacional y un modelo de justicia universal. Es construir un mundo donde el respeto a los Derechos Humanos prevalezca sobre cualquier legislación. Es crear una ONU sin derecho a veto en la que la toma de decisiones sea democrática.
Si alguien todavía acumula dudas, un buen antídoto es ver la exposición de Gervasio Sánchez 'Vidas minadas' de la sala Amós Salvador.
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