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Valle-Inclán fumaba marihuana y yo siempre he creído que las bocanadas de humo de su pipa de Kif le ensanchaban los sentidos para contemplar la vida en su dimensión grotesca. Las caladas que fumaba y sus dosis de hachís («lo que toman los fakires ... en la India», explicaba el escritor) contribuyeron al género del esperpento porque así le era más fácil colocar en primer plano el ridículo del mundo, lo grotesco, el sinsentido, la realidad desdoblada que hoy vemos en España sin necesidad de porros.
Viajamos en modo esperpento a velocidad de crucero, la actualidad nacional es una novela lisérgica de Valle-Inclán y cada día supera las extravagancias del anterior: la mujer del presidente ante el juez, el gobierno manifestándose contra sí mismo por la vivienda, rebajas de penas a etarras, el fiscal general imputado por el Tribunal Supremo... ¿qué será lo siguiente? ¿algo sobre el hermano músico? La sucesión es tan triste como vertiginosa y hace que la tocata y fuga de Puigdemont o las correrías de Tito Berni parezcan cosas de otra era, recuerdos brumosos como los sueños deshilachados que deja una noche de borrachera.
Nos mienten pero no nos engañan, aunque lo hacen tan a menudo que se va a cumplir la profecía de Hanna Arendt cuando dijo que mentir constantemente no tiene como objetivo que la gente se crea esas falsedades, sino garantizar que ya nadie crea en nada: «Un pueblo que no puede distinguir la verdad de la mentira no puede distinguir entre el bien y el mal. Con gente así puedes hacer lo que quieras». Por eso vuelve a comparecer Pedro Sánchez como si nada para ofrecernos la enésima versión del viaje dorado de Delcy. ¿Fue una parada técnica? ¿Era un viaje privado? Da lo mismo, hemos llegado al punto que describió Chesterton: «Excepto la verdad, lo sabemos todo». Por eso no importa si Sánchez, Patxi López o Bolaños comparecen para explicar un asunto, o salen al escenario Koldo y Ábalos como los Café Quijano para cantarle un bolero a la dulce y bella Jessica. Yo confío mucho en Ábalos, que es hijo del torero 'Carbonerito', y creo que aún tiene que darnos tardes de gloria. Así que vamos, José Luis, salta al ruedo, saca la muleta, tira de la manta, que rule eso que fumas, no dejes que nos pegue ahora el bajón.
RTVE le ha pedido a Broncano que no haga chistes de drogas pero da igual, porque la actualidad política es una fumada; la crónica nacional es una alucinación cannábica de Valle- Inclán, un viaje de ácido como los que se pegaba Hunter S. Thompson para escribir sus libros. Miedo y asco en España. Prólogo de Arnaldo Otegi. La realidad del país supera hoy cualquier ficción de los autores más intoxicados de la Historia.
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