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Pedro Sánchez publicó su comunicado y se esfumó como en el truco del mago que lanza una bomba de humo y desaparece del escenario. El presidente es un especialista en el fino arte de la maravilla, un hombre que habita simultáneamente en dos mundos paralelos, ... el real y el de sus aspiraciones, y salta de un lado al otro trenzando ambos universos en un baile de funambulista, pero cuando alguna vez detecta que esas dos dimensiones empiezan a desligarse ofrece un nuevo prodigio. Esta vez ha sido una carta de cuatro folios arrojada al mar de las redes sociales; era el mensaje en la botella de un náufrago perdido en mitad de sus dos mundos. Lanzó la botellita al agua, vio cómo se alejaba entre la espuma de unas olas gigantescas y al instante el presidente se sentó a descansar en la sombra de la palmera de sus propios pensamientos.
La carta de Pedro Sánchez ('¿Merece la pena todo esto?') todavía no tiene respuesta, como ocurre con la que envió hace cinco meses Capellán al ministro de Transportes. Pero el presidente le ha ofrecido al pueblo drama y sentimentalismo, el relato de un hombre atacado, un hombre que sufre y que deambula perdido por la negrura de la incertidumbre en la que sólo brilla la llamita de una única verdad: «No me causa rubor decirlo, soy un hombre profundamente enamorado de mi mujer». Es como la declaración en la famosa carta de Hamlet a Ofelia: «Duda de que las estrellas ardan, duda de que el sol se mueva, pero nunca dudes de mi amor»; Shakespeare no pasa jamás de moda.
Todo ha resultado singular y novedoso en este caso, aunque la paradoja es que el desconcierto y la sorpresa son rutinas cotidianas de esta España que cada día amanece bajo el sol de alguna nueva ocurrencia. Llevamos años contemplando golpes de efecto así en un clima de tensión política insoportable que tiene a los ciudadanos hartos y crispados a la vez. ¿Cuándo comenzó este deterioro? ¿Hace seis años, con la moción de censura? Yo no sabría decirlo, pero un buen amigo amplía el margen temporal a las últimas dos décadas (el 11-M, 2004) y como veinte años no es nada seguramente tenga razón.
Lo dijo una vez Rajoy: «It's very difficult todo esto» y ahora Sánchez tiene dudas, pero ¿qué persona inteligente no anda todo el día dudando? Mañana regresa el mago para desvelar si continúa o se marcha, aunque la España de hoy ofrece pocas certezas porque en enero también Xavi anunció que se iba del Barcelona y acaba de decir que no, que al final se queda. El 29 de abril, festividad de San Pedro Mártir, finaliza este capítulo y sabremos si merece la pena «todo esto». Hay otra duda en el aire: conocer si la carta de Sánchez ha contribuido en algo a rebajar la crispación o si en verdad ha servido para todo lo contrario.
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