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No sé cuantas horas pudimos estar apoyados en los coches que aparcaban por La Zona. Nos quedábamos ahí, viendo pasar las tardes y las noches ... hablando y haciendo el idiota, cruzando y volviendo a cruzar esa frontera entre la infancia y la edad adulta que unas veces nos hacía probar nuestras primeras cervezas y otras regresar a los risketos y a las palmeras de bollo. Cuando llovía nos resguardábamos en un portal de la calle Vitoria hasta que paraba un poco y entonces nos largábamos corriendo y entrábamos a La Traviata a dar vueltas por la tienda a mirar discos y cómics, o íbamos un poco más allá para jugar a las máquinas en los Recreativos Valvanera. En esa época los chavales también frecuentábamos algunas cafeterías, no eran territorios arrebatados a los adultos pero nos gustaba fanfarronear secretamente con esa idea de conquista cada vez que entrábamos al 'Café Madrid' a 'La Abuela' o 'El Parlamento' y nos pedíamos algo para echar después un Trivial o un futbolín.

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larioja Risketos