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Al norte de la isla de Manhattan, mucho más allá de Harlem, se encuentra Fort Tryon Park, un parque que contiene un tesoro extraordinario de la historia de La Rioja. Es un marfil de la arqueta de San Millán, una talla de un valor incalculable ... que descansa en la galería 14 de The Cloisters, el museo que administra el Metropolitan en ese parquecito de robles y álamos blancos a las orillas del Hudson. Durante años se exhibió la pieza mal porque la ficha informativa junto a la vitrina indicaba que el origen del marfil era un monasterio de Castilla y León. Lo contó Jorge Alacid: en 2016 este periódico avisó a los neoyorkinos que admitieron el error y cambiaron la referencia: «From the monastery church of San Millán de la Cogolla, near Logroño».
Ese marfil de la arqueta de San Millán perdido en un rincón de Manhattan con una etiqueta errónea explica perfectamente cómo anda parte de nuestro patrimonio cultural más valioso; hay piezas maravillosas repartidas por el mundo, muchas ocultas o desaparecidas y también otras expuestas lejos de la tierra que durante siglos las albergó con atención desigual pero que no las olvida. La historia de la civilización deja siempre tras de sí el rastro de los expolios, y La Rioja los ha sufrido en sucesivas guerras y desamortizaciones o en oscuras transacciones de los propios religiosos. Diderot decía que había que tener cuidado con los que quieren poner las cosas en orden porque lo que suelen hacer siempre es ponerlas bajo su control, y así perdimos trípticos, cruces, marfiles, retablos, tallas o líneas escritas por Muño el copista en los márgenes de un pergamino; patrimonio saqueado en una diáspora en la que perviven hoy escombros de nuestra memoria.
Los códices de San Millán salieron del monasterio en 1821 tras la desamortización del Trienio Liberal y casi desde entones reposan en una cámara acorazada de la Real Academia de la Historia en el centro de Madrid. «Son como Las Meninas» ha dicho Carmen Iglesias, Condesa de Gisbert y presidenta de la Academia que ha vuelto a negar al Gobierno de La Rioja la cesión temporal de las glosas. Esta enésima negativa a una petición legítima es la última demostración de lo que importan nuestras demandas al otro lado del túnel de Piqueras. Pero yo no pierdo la esperanza, sé que volverán las glosas, el retablo de Ezcaray y los trípticos de Nájera, y vendrán en un vagón blindado del AVE que pronto conectará La Rioja con la modernidad. Mientras tanto habrá que entretenerse con premios de consolación como enviar mails para corregir a distancia las fichas de nuestras piezas. No hay que desesperar, los marfiles de San Millán se lograron reunir casi en su totalidad para una exposición en 2006. A los que quedan en La Rioja se sumaron cuatro que se exhiben en San Petersburgo, otro del museo Bargello de Florencia y el del Metropolitan de Nueva York. Pero, claro, la exposición tuvo lugar en Pamplona y la organizó el Gobierno de Navarra.
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