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Ábalos entró en la sala de prensa, colocó sus papeles sobre el atril y de repente empezó a hablar con la voz de un muerto, ... un muerto que aún respiraba lenta y dramáticamente lanzando miradas torvas en esas pausas que hacía como de capo mafioso. La mafia y toda su mitología siempre son un buen espejo para esta clase de escándalos, que en España se suceden a una velocidad grosera porque no dejan tiempo para que sedimenten y podamos observarlos en toda su dimensión. ¿Quién recuerda hoy a Tito Berni? ¿Cómo hemos pasado de golpe hasta la última película de Torrente sin terminar la anterior? Entre las palabras de esa pregunta encuentra uno la primera revelación: nuestra corrupción se parece casi siempre mucho más a las historias grasientas de Santiago Segura que a los guiones de Coppola.
A finales de febrero de 2021 el entonces ministro de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana José Luis Ábalos estuvo de visita por La Rioja. Esos días me enviaron una frase que he recordado bastante a lo largo de estos años: «No es lo que parece, es peor». Volví a la frase esta semana hablando con otra persona que ha estado bastante cerca del exministro: «Es un impresentable, pero el que nos ponía a todos los pelos de punta era el amigo Koldo». Este personaje a mí me despierta mucha curiosidad porque lo que conocemos del relato de su vida ofrece material para una serie. Es la vieja historia del que se empeña en lanzarle puñetazos al saco del destino que le ha tocado en la vida; una tarde de lluvia el niño de barrio obrero ve pasar un coche de alta gama por su calle y decide que algún día será él quien irá dentro. Aizkolari, vigilante de seguridad, escolta y de ahí un ascenso fulgurante hacia esa clase de poder que no se hereda, se conquista. Lo bueno que tienen los ambiciosos sin escrúpulos es que no suelen perder el tiempo en dudar de sus propias capacidades y así emprenden la ruta salvaje, un camino sin retorno que en realidad ha recorrido antes mucha gente. Lo sabe Salvatore Lo Piccolo, 'il Barone', que empezó de crío siendo chófer de mafiosos en Palermo y logró convertirse en uno de los principales capos de la Cosa Nostra. Lo detuvieron en 2007.
Hoy España nos presenta este estercolero de corrupción del que cada mañana brotan nuevos nombres y nuevas caras como las de una Hidra de muchas cabezas. Entre todas ellas destacan dos que pueden ofrecer un tiroteo disparatado, impactante y suicida como en la escena final de 'Dos hombres y un destino'. Pero aquí no tenemos a Paul Newman ni a Robert Redford sino a José Luis Ábalos y a Koldo García, el hijo del banderillero y el portero del puticlub. Los personajes así son los que dan verdadera densidad a las historias y las hacen inolvidables.
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