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Junts ha abierto estos días el melón de la inmigración, y como es un partido xenófobo y populista yo creo que en el fondo pueden estar salivando con el sueño de expulsar inmigrantes y dejarlos en el límite con Aragón o la Comunidad Valenciana y ... emular así a Jesús Gil, que cuando era alcalde de Marbella ordenaba a la policía que fuera buscando «indeseables» por la noche para meterlos en un coche y abandonarlos por los municipios del entorno.
Nadie sabe en qué consiste ese acuerdo de Sánchez con Puigdemont sobre la cesión de competencias migratorias a Cataluña; hace días la ministra de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones Elma Saiz respondió en una entrevista publicada en Diario LA RIOJA que los avances sociales «son lo que verdaderamente importa a la ciudadanía». Se da carpetazo al asunto y vamos camino de la próxima desfachatez a la que se le solapará otra y a esa le caerá encima la siguiente como las tejas se superponen unas sobre otras en las cubiertas de las casas. Así avanza la legislatura, convertida ya del todo en una maquinaria perfecta de producir escándalos en cadena, y en el ruido de ese pabellón industrial se ha empezado a hablar de inmigración, que es el fenómeno más determinante en la transformación de nuestras sociedades desde la segunda mitad del Siglo XX; la última Estadística Continua de Población del INE revela que más de 57.000 personas, el 17% de los habitantes de La Rioja, son de origen extranjero.
El miedo al extraño es un temor inherente al ser humano, como también lo es la búsqueda constante de la prosperidad y la esperanza de encontrar el Vellocino de Oro tras la siguiente colina. Pero el mundo desarrollado ya no proclama el soneto de la Estatua de la Libertad pidiendo que vengan aquí los cansados y los pobres, «las masas hacinadas anhelando respirar libres»; el deterioro económico y la decadencia política que padecemos han hecho flaquear ese espíritu de fraternidad.
El nacionalismo catalán ha sentido siempre gran pasión por el extranjero y lo ha acreditado con una simpatía muy especial por Andorra, pero es un riesgo que haya sido Junts quien plantee el tema; ahí quedó para la Historia aquel párrafo sobrecogedor que escribió Jordi Pujol sobre el hombre andaluz: «Es un hombre destruido, es generalmente un hombre poco hecho, un hombre que vive en un estado de ignorancia y de miseria cultural, mental y espiritual». Esto es lo que anida hoy en el corazón de los socios del Gobierno de España, un odio profundo y visceral contra los españoles y una habilidad prodigiosa para descubrir fascistas, xenófobos y totalitarios por todas partes menos en el espejo.
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