Secciones
Servicios
Destacamos
Toda la vida hemos oído que, para un perro, un año de edad equivale a siete años de un humano y ese fenómeno de distorsión temporal le ha servido a la periodista Marta García Aller para dar nombre a su nuevo libro. La cronista ha ... recopilado sus últimos artículos bajo el título 'Años de perro' precisamente por eso, porque al mirar hacia atrás uno tiene ya la sensación de que el tiempo se atropella y los meses y los años se solapan unos con otros a una velocidad absurda y de repente han transcurrido cinco, seis, siete años de algo que sentimos que sucedió antes de ayer. Tengo aquí delante el libro, aún no me lo he leído pero me ha gustado mucho el título porque esa percepción elástica del tiempo es uno de los misterios de la existencia y así, con un empujón repentino, el calendario nos ha arrojado de nuevo a un 1 de septiembre.
Cumplimos años de perro, el tiempo cada vez va más deprisa y el verano ha sido otra vez un parpadeo; aquí está septiembre que ha llegado montando su espectáculo a los lomos de una DANA, como un jinete loco gritando «¡Yippi - Yae - Oh!» igual que cuando Raphael interpretó el clásico 'Ghost riders in the sky'. Septiembre, gélido asesino en serie, sabemos que estás aquí. Lo sé yo y lo sabe también el niño que he visto esta mañana por la calle; caminaba dos pasos por detrás de su madre y trataba de jugar con un yo-yo. Lo subía y lo bajaba medio ido, melancólico, expulsado de la playa y la piscina y atrapado ya por el aroma punzante del plástico nuevo, ese olor electrizante del forro para los libros. Yo creo que el pobre crío estaba profundamente afectado por el anuncio que 'El Corte Inglés' ha estrenado esta semana: un montón de chavales uniformados bailando por los pasillos y las aulas mientras cantan y repiten como loros amazónicos: «¡Quiero ir al cole ya, quiero ir al cole ya!»: melodía del terror para los niños de España. Septiembre, 2024.
Benedetti lo escribió y ha sucedido de nuevo:
«En el rato estival
la historia se detiene
y todos descubrimos una vida postiza».
Agosto ha vuelto a tener como música el tambor salvaje del corazón porque hemos sido criaturas felices; todavía es verano, en La Rioja quedan fiestas y aún hay un toro de fuego esperando su momento sobre el suelo de baldosas de las antiguas escuelas, pero estamos ya frente al último trozo de la pizza, contemplamos la patata brava que queda sola, fría y apelmazada en mitad del plato. Porque estamos ya en septiembre, el mes en el que los días ladran y corren como perros que persiguen a los coches, al tiempo que vuela y no se puede alcanzar. Ahora que empieza el curso el mundo reescribe a su manera el comienzo de 'La Metamorfosis' de Kafka, porque es el cuento al revés: mañana despertaremos convertidos de repente en oficinistas.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.