La Rioja no es un territorio indicado para que se implante el AVE pero sin embargo parece un lugar inmejorable para instalar una enorme línea de alta tensión. Estamos manejando esta dicotomía que aún no se ha concretado del todo porque todavía no sabemos cómo ... va a terminar el proceso que pretende colocar en nuestra comunidad ese montaje logístico de torres, postes y cables para llevar hasta el País Vasco la energía generada en Aragón. Es una pena y un fracaso colectivo que la identidad riojana lleve décadas construyéndose desde un sentimiento de agravio, pero esto ha ido cristalizando porque el catálogo de menosprecios siempre termina por materializarse, así que si al final el Ministerio aprueba el proyecto quedará certificado lo que contamos los riojanos para el ejecutivo central: nada. Será el último gesto de una lista interminable, un acto que caerá sobre La Rioja como el beso del sello en la cera caliente de la solapa del sobre, que con su peso suave y definitivo dejará lacrado este mensaje listo para viajar de Madrid hasta Logroño: «Lo que digáis en La Rioja aquí nos importa una mierda».
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Es una licencia cinematográfica que no aparece en el libro de Mary Shelley, pero igual que el rayo de la tormenta infundió vida al monstruo del Doctor Frankenstein, la amenaza de esa línea eléctrica ha caído como un chispazo y ha provocado una oposición unánime en la sociedad riojana. La excepción la hemos tenido en el Parlamento regional, donde este consenso se ha desdibujado porque hasta estos asuntos hay que usarlos para el navajeo político. Pero la reacción social está siendo sorprendente en esta región tan leal, tan obediente y tan instalada en ese viejo letargo que producen las bonanzas del pasado y que es como el sopor que invade a los ancianos después de comer.
El futuro ya está aquí cargado de paradojas: tenemos sobre la mesa el juego de equilibrios entre el desarrollo de las regiones y su impacto en los territorios, y La Rioja vuelve a ser ese lugar sacado de la frase de Doc a Marty McFly en 'Regreso al Futuro': «¿Carreteras? A donde vamos no necesitamos carreteras». Alta tensión sí, pero AVE, no. Autopistas eléctricas sí, pero mejores comunicaciones, no. El dibujo de una línea de alta tensión cruza nuestros pueblos y contrasta con esos mapas de España en los que se proyectan las futuras autovías y las nuevas infraestructuras ferroviarias. Uno recorre con los ojos esos trazos ilusionantes, viajas veloz sobre ellos y de golpe los ves girar de repente, tuercen y esquivan siempre esta tierra como si aquí hubiera un agujero o una maldición, como los marineros antiguos cuando evitaban navegar por el Mar de los Sargazos.
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