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No hay que romantizar el mundo rural porque si la gente se marchó en desbandada silenciosa a mitad del siglo pasado fue para huir de la miseria. Pero es cierto que hoy los pueblos son pequeñas patrias en las que la vida aletea sin necesidad ... de tantas sofisticaciones, y eso en nuestro tiempo es un tesoro. Hace poco lo explicaron sin quererlo en este periódico Los Smiths, la pareja de estadounidenses que hace tres años aterrizó en Logroño desde Kansas y que comparte en redes sociales sus impresiones sobre la vida en La Rioja. En la entrevista que les hizo Inés Martínez confesaban cómo les había sorprendido el concepto de 'pueblo'; oían a la gente decir que el fin de semana se iban al pueblo o que tal día eran las fiestas del pueblo y la cabeza les explotaba en preguntas ¿Qué es eso del pueblo? ¿Hablan todos del mismo o son distintos? ¿Es que tienen dos casas? Cuando les escuché me recordaron al libro 'Un hipster en la España vacía' en el que Daniel Gascón relata en clave de humor la conmoción que sufre Enrique, arquetipo del joven urbano bohemioburgués, al irse a vivir a la casa de sus tíos en un pueblo de Teruel. Al comienzo de la trama hay un pasaje revelador: Enrique se despierta una mañana y le pide a su tía que por favor no vaya a por leche de oveja para desayunar: «Hay algo que me incomoda en ordeñar a la oveja. No deja de ser una forma de acoso sexual». Los Smiths no van a protagonizar episodios tan ridículos porque son inteligentes, entienden cómo funciona el mundo y además Estados Unidos es un país mucho más rural de lo que la gente piensa, pero es verdad que hay personas como Enrique y el libro expone ese choque cultural con acierto y mucha gracia. En esa clase de escenas escritas a modo de diario se compone una parodia y por lo tanto un espejo que devuelve –aunque sea deformado– el reflejo de una parte de la realidad de España: el contraste entre dos mundos que están interconectados.
Lo mejor de ese juego de espejos no son los chistes sino los personajes y los paisajes que expone Gascón en el libro: el banco de los abuelos, el mercadillo del jueves, la ronda por los bares de la plaza, el jolgorio de los críos o el traqueteo lejano de la mula mecánica; pueden parecer tópicos pero son verdades encarnadas hoy en cada pueblito español.
Aunque la vida en el medio rural está llena de sinsabores es cierto lo que decía Chéjov, que en el campo siempre anida una especie de salvaje libertad. Lo entendieron tras la pandemia muchas familias y varios amigos míos igual que lo han entendido Los Smiths, porque ahora ellos también quieren un pueblo en el que crezca su hijo Quentin que ya ha nacido en La Rioja; ahora que se ha puesto tan de moda lo de «tener calle» parece que en el fondo enriquece mucho más tener un pueblo.
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