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Hay una escena magistral en 'Gran Torino' en la que Clint Eastwood se enfrenta a una banda de matones que andan molestando a la gente por la calle. «¿Nunca os habéis cruzado con alguien a quien no deberíais haber puteado? Ese soy yo», les dice. ... El pasaje es maravilloso y lo recordé tras la noticia de esos okupas que habían entrado a una casa en Yagüe y a los que la presión de los vecinos les obligó a irse de allí. Lo recogió Javier Campos en su crónica: mientras se marchaban, un vecino les explicó de forma concluyente la situación lanzándoles esta frase al aire como un clavel de despedida: «Os habéis equivocado de barrio».
Yo tengo una gran simpatía por Yagüe porque es parte fundamental de la vida de mi familia. Durante una época fuimos mucho y cenábamos con Rafa en aquella casa que nunca se cerraba con llave. Recuerdo los encierros de las fiestas por esas calles estrechas de casas bajitas con patios, huertas y espíritu de pueblo, y cómo correteábamos después por solares con muretes de ladrillo en torno a la iglesia de El Salvador. Íbamos porque allí había grandes amigos, porque la gente siempre fue y siempre será lo más importante del barrio. Entonces todavía estaba fresco ese recuerdo que nos gustaba escuchar sin entenderlo, el del los años grises en los que la policía vigilaba a ver con qué gente andaba Rafa Ojeda, alma y corazón de un tiempo que a su manera sigue latiendo todavía.
Yagüe es un barrio distinto y lo recordamos hace días cuando se movilizó el vecindario para desalojar a los okupas. Esto que puede parecer una nota pintoresca alberga algo más profundo, el poder que tiene el pueblo cuando se organiza, porque el impulso de la voluntad mayoritaria y la cooperación en favor del bien común es la fuerza germinal de todas las instituciones que nos hemos inventado a lo largo de la Historia. Yo he conocido de cerca dos casos de okupación; uno se solucionó tras un laberinto kafkiano e interminable de procesos judiciales y el otro gracias a que en el edificio residía un policía nacional. No hubo grupos de apoyo a los propietarios ni se armaron movimientos solidarios para ayudarlos, por eso contemplar la fuerza del colectivo y verla entrar en acción en Yagüe fue asistir a un fenómeno rarísimo, un acto profundamente antimoderno en esta era en que se ha sublimado la idea de la individualidad hasta conseguir una estabulación de ciudadanos sentados en su sofá con la cabeza metida en TikTok.
Se ha escrito mucho sobre la historia del barrio de Yagüe, su origen y la configuración de un carácter luchador nacido de las convicciones firmes de unas familias obreras y honradas. Lo escribe Shakespeare en 'Coriolano' «¿Qué es una ciudad, sino sus gentes?». Las hemerotecas cuentan que el terreno que se entregó gratuitamente en 1949 para la construcción de viviendas 'ultraeconómicas' era un terreno pantanoso. La metáfora ha tomado cuerpo sola y la pueden confirmar los okupas que se largaron de allí.
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