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Guillermo Cabrera Infante recordaba algunas veces la anécdota que escribió Voltaire tras la muerte de la Marquesa de Chátelet. El filósofo francés señalaba que la aristócrata llegó a dominar varios idiomas, pero que si no hizo grandes progresos en español fue porque le dijeron que ... apenas había un libro famoso en esa lengua, «et que ce livre est frivole». Igual que sucede ahora, esa era entonces la medida del prestigio de un idioma: la producción literaria de calidad y su difusión global. Cabrera Infante usaba el comentario de Voltaire para impugnarlo y reivindicar el valor de nuestro idioma, pero esa idea del prestigio sobrevoló el miércoles el coloquio inaugural de 'Futuro en Español' en el Círculo Logroñés, una conversación en la que se solapaban los acentos peruanos, venezolanos y castellanos y que me trajo a la memoria la anécdota del recordado Premio Cervantes cubano.
Ha vuelto 'Futuro en Español' y eso siempre es motivo para celebrar. Los discursos y la charla subrayaban la importancia de impulsar lo cualitativo, el reto de lograr que el español se convierta en un idioma de ciencia y de buena literatura para que se edite y se lea en todo el mundo, porque no basta solo con que lo hablemos 600 millones de personas en decenas de países. La otra idea fundamental que flotó sobre el escenario del foro fue la de los lazos compartidos, la evidencia de que las lenguas están hechas para unir y no para separar, como atestiguó el idioma español desde Alaska hasta la Patagonia durante siglos y lo sigue haciendo hoy por todo el mundo. Esta reivindicación sirvió para celebrar los vínculos de una comunidad tan plural como la hispana, pero tuvo a su vez un carácter político porque en España contemplamos cada día la utilización fanática que hacen los nacionalistas periféricos de las lenguas cooficiales.
Ya nadie quiere ser tachado de nazi, por eso la lengua ha sustituido a la raza como expresión de las identidades nacionales aunque en el fondo reside la misma concepción xenófoba que tiene el nacionalista sobre los ciudadanos: hay personas de primera y de segunda en función de la lengua que dominan. No sorprende, porque basta con saber algo de historia y recordar los vínculos de Esquerra Republicana con el fascismo italiano durante los años 30, el pacto del PNV con Mussolini o la locura racista de Sabino Arana: «El roce de nuestro pueblo con el español causa inmediata y necesariamente en nuestra raza ignorancia y extravío de inteligencia». En el Círculo Logroñés resonaban los aplausos y yo pensaba en la similitud de la esvástica con el lauburu y en aquello de Voltaire sobre el español. En ese mismo momento la canción 'Si no estás' del joven gallego Íñigo Quintero ocupaba el número uno mundial de Spotify.
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