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En los cuentos infantiles la figura del monstruo sirve para explicar que el mal existe en el mundo y debe ser combatido. El ser humano ha crecido desde la antigüedad bajo el hechizo de esas historias y hemos soñado durante milenios con sus criaturas; las ... sentían los niños de todas las épocas al apagar la luz y las dibujaban los cartógrafos en los bordes de los mapas de pergamino por idéntico motivo, porque todo el mundo sabe que ahí, entre las sombras cambiantes de lo desconocido, es donde se esconden las bestias. Yo pensaba en ese combate infinito entre humanos y alimañas cuando vi la foto del siluro gigantesco que ha pescado en el Ebro un vecino de Alfaro. Son ideas que me vienen de golpe, es un chispazo, un pensamiento en una fracción de segundo mucho más directo e intuitivo que las frases de ahí arriba. Estoy seguro de que me lo desencadenó el titular impecable de Ernesto Pascual: 'Un monstruo de 2,37 metros en el Ebro a su paso por Alfaro'. Si se leía la crónica de cierta forma, entre los párrafos uno veía una historia de terror: el periódico contaba que a los siluros les gusta activarse tras las tormentas, con el agua turbia y en la oscuridad de la noche; era la versión riojana de la bestia del pantano.
Alfred Hitchcock decía que cuanto mejor era el malo, mejor era la película, y Ridley Scott puso en práctica el consejo cuando dirigió 'Alien'. Esa obra maestra del cine aún no se ha superado, aunque en realidad todas las historias de monstruos son la misma y por eso los tiempos cambian pero los monstruos permanecen porque gracias a ellos encontramos nuestro lugar en el mundo. Por cada bestia siempre hay un héroe dispuesto a enfrentarse a ella: la teniente Ripley, el pescador del siluro del Ebro, el ganadero de la sierra que oye lobos por la noche o la niña que sonríe y corre por las calles empedradas frente a las centellas blancas que lanza el toro de fuego. Es el baile interminable entre Jorge y el Dragón, es el torero y su silencio antes de emprender el paseíllo, es el investigador en el laboratorio de oncología.
Estamos en el tiempo periodístico de las 'serpientes de verano', las noticias sorprendentes, ligeras y perfectas que uno encontraba en la prensa en el periodo estival cuando la tensión de la actualidad se relajaba. Como vemos estos días en las sección de nacional, hace años que eso terminó y por eso me ha maravillado ver el siluro a toda página. En la imagen aparecía gigante, viscoso, marciano, y en su mirada insondable se veía el mismo brillo de los ojos de Asterión, el Minotauro del cuento de Borges que vive envuelto en su soledad brutal y sus preguntas. El siluro se mostraba con la inmensa boca abierta, como si la foto estuviera hecha justo en el instante en el que el enorme pez quisiera revelarnos algo, como en la escena de 'El Caballero Oscuro' en la que El Joker le dice a Batman: «Yo no soy un monstruo».
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