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Yo pensaba que el discurso de Yolanda Díaz era broma. Fue hace un par de semanas cuando salió hablando de cosas rarísimas, del metaverso y de unos cohetes espaciales, y al verla me sorprendió mucho el grado de realismo que había alcanzado el deep fake; ... era increíble y a la vez muy inquietante que una inteligencia artificial pudiera poner en la boca de la vicepresidenta esas chifladuras tan perfectamente. Luego vi que no era falso, que se trataba de la Yolanda Díaz real relatando esas majaderías, y cuando días después la volví a ver desvariando acerca del horizonte certificó que no son buenos tiempos estos en los que la realidad empieza a ser indistinguible de su propia parodia. Quiero creer que como Díaz está ahora muy expuesta ha adoptado a su manera la estrategia del humor que abanderó Arnold Schwarzenegger: consciente de sus limitaciones, cuando el musculoso actor acudía a los debates electorales pedía a sus asesores que le preparasen chistes para poder soltarlos si se veía acorralado por alguna pregunta o si el otro candidato le ponía en un aprieto; ganó las elecciones a gobernador de California y fue reelegido dos mandatos consecutivos.
Tienen que hablar mucho todos los días, exhibir la mercancía del argumentario diario, analizar la actualidad nacional, dar el pésame por la muerte de cada celebridad fallecida y escribir en redes sociales una reacción inmediata ante sucesos remotos como si todo eso fuera obligatorio. Se junta el afán de notoriedad que tiene siempre el político con las exigencias que plantea una ciudadanía híper socializada, pero no pasaría nada si alguna vez guardasen silencio y se dedicaran a trabajar porque, aunque conocemos de sobra el nivel intelectual del personal, comprobarlo cada día es descorazonador y no hace falta dar golpes continuamente al cántaro para saber que está hueco.
Nicolás Maduro ha sido el último en hacer el ridículo tras el ataque de Gaza y la respuesta de Israel: «Jesús era palestino y fue crucificado injustamente por el Imperio Español y por las oligarquías». Lo dijo mirando intenso, profundísimo a la cámara y otra vez el universo paralelo de la caricatura abrió un hueco en este plano dimensional. Acontecimientos como los de Oriente Medio son un detector infalible de gente desinformada y de malas personas. En Radio Nacional, Errejón mostró sus peores contorsionismos léxicos de filibustero para evitar llamar terroristas a Hamás. Ahora que esta gente anda tan obsesionada con el terrorismo climático, el terrorismo urbanístico, el terrorismo financiero o el terrorismo doméstico, es un espectáculo tristísimo ver lo que les cuesta llamar a las cosas por su nombre cuando no les interesa.
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