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Después de que la Unión Europea nos haya recomendado en su infinita sabiduría preparar un kit de supervivencia de 72 horas frente a posibles guerras ... o desastres naturales, hemos tenido la primera catástrofe: el vídeo de la comisaria europea de Preparación, Gestión de Crisis e Igualdad Hadja Lahbib, una calamidad. Es bueno tomar conciencia, saber en manos de quién estamos y a qué clase de sujetos pagamos nóminas exuberantes. Esta mujer nos enseña lo que hay que meter en la bolsa de emergencia en un vídeo en el que aparece haciendo el tonto y tomándoselo todo a broma: juega con una navaja suiza, coge unas barritas energéticas, se le cae una lata de conservas, se ríe de manera inexplicable, mira a cámara y nos insiste en que guardemos comida porque «puede que tengáis hambre... mucha hambre... ja, ja». Esa sonrisa grotesca de Lahbib recuerda a la carcajada repentina del que ha entendido un chiste que no ve nadie más, pero a mí me parece la típica clase de frivolidad que suele anteceder a la ruina; a esta mujer le pagamos entre todos 270.000 euros al año.
A pesar de la ridiculez del vídeo, el mensaje viene con la sutileza de un tanque atravesando una cristalería, un tanque sin pegatina ecológica por la zona de bajas emisiones. Yo no he preparado el kit, y en caso de invasión o bombardeo siempre he creído que habría que aprovechar nuestros barrios de bodegas; no es una ocurrencia mía, lo pensó un amigo de mis abuelos, un vasco del PNV, cuando el 23-F estaba ya con el motor del coche en marcha dispuesto a venir hasta La Rioja a cobijarse en un calao. Alguien en uno de esos observatorios europeos en los que dilapidamos millones de euros debería diseñar ya un protocolo con centenares de páginas, que eso lo hacen muy bien.
Europa es hoy más inestable que hace décadas y la recomendación del kit de supervivencia es todo un testamento de nuestra fragilidad, una mentira reconfortante porque ni las guerras ni los desastres naturales duran 72 horas; lo pueden certificar los vecinos de Paiporta, que cinco meses después de la dana todavía tienen las calles como si hubiera caído un meteorito. Pero la comisaria Lahbib nos anima a organizar ese kit como si nos fuéramos de camping, por eso en cuanto vi el vídeo pensé en una escena de 'Troya'. Justo antes de la batalla hay un diálogo entre Aquiles y Patroclo que conviene recordar de vez en cuando: «No desperdicies tu vida obedeciendo a un tonto». Nos tratan como a niños grandes con déficit de atención, igual que cuando a los críos de Japón les dicen que se metan debajo de los pupitres si les sorprende un terremoto en clase. El consejo no es inútil pero revela una forma muy peculiar de gobernar: en lugar de procurarnos bienestar nos invitan a prepararnos para su ausencia.
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