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El gran manicomio al aire libre que es la política catalana nos brinda este domingo primaveral su enésima fiesta de la democracia; sigue el ciclo electoral interminable y hacia allí van los votantes, muchos de ellos como Sísifo hacia la montaña solo que, en lugar ... de una roca, llevan encima el sobre con la papeleta.
Eduardo Mendoza, español y catalán universal, dijo en una entrevista que en las democracias serias la gente sólo se preocupa de la política el día de las elecciones: «El resto del tiempo cada uno va a su bola». Aquí estamos en otro escenario, aunque por suerte se ha hablado poco de independentismo porque el jaleo nacional ha ido ocupándolo todo: la carta y el melodrama de Sánchez, el sondeo flash de Tezanos y los sucesos de verdadera importancia, los que impactan realmente en el ánimo de la sociedad catalana: los éxitos del Real Madrid. No sé lo que pasará, aunque están esas encuestas prohibidas que se han publicado en periódicos de Andorra y de Australia, consecuencia de tener leyes absurdas que se pueden sortear con una facilidad ridícula. Pero es que en Cataluña el drama y el ridículo a menudo son expresiones del mismo acontecimiento. Lo hemos visto a lo largo de estos años y hoy asistimos a una función más de este corral de comedias: a ver cómo le explicas tú a un ciudadano de cualquier democracia liberal equiparable a la nuestra que uno de los principales candidatos es un prófugo de la justicia que huyó al extranjero escondido, acurrucado como un perrito en el maletero del coche de su mujer.
No hay certezas y tampoco las tienen los candidatos que han ofrecido ejercicios de contorsionismo muy elaborados cuando se les preguntaba con quién estarían dispuestos a pactar. Esta noche se desvela el gran enigma aritmético para alivio de los cabezas de lista; los pobres andan igual que Ingrid Bergman cuando hizo 'Casablanca', que hasta el final del rodaje no supo cómo terminaba la película. En ese jardín destaca Salvador Illa, figura principal en la estrategia de Sánchez que a medida que avanzaba la campaña se iba convirtiendo en un personaje de Woody Allen. Illa se ha ido transformando en el hombre desenfocado de la película 'Desmontando a Harry': mientras el mundo mantiene sus límites definidos, Mel está borroso, impreciso, indefinido. El hombre es actor y al aparecer borroso en mitad de un rodaje le dicen que se vaya a casa. Allí su mujer le pregunta si será alguna reacción alérgica «¿Has comido algo raro en el almuerzo? ¿algún marisco?» Mel, desenfocado y confundido, lo niega y dice que lo que necesita es acostarse y descansar. Al día siguiente cuando despierta y se mira en el espejo comprueba que la cosa ha empeorado.
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