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Ha sido un doble salto con tirabuzón, el truco de un acróbata que de golpe cae de pie y aterriza en dos sitos en los que no había aparecido nunca: el escaño y las noticias. Alvise y sus ardillas han irrumpido a la vez en ... el Parlamento Europeo y en los medios de comunicación tradicionales porque toda su campaña ha discurrido por Telegram y Tik Tok y, como no ha pisado los platós ni las redacciones, ahora millones de españoles empiezan a enterarse del perfil del personaje y su discurso populista. Ahí está de repente Alvise, un extraño en el medio del salón gritando ¡¡¡HOLA HOLA!! como Pepe Domingo Castaño, y sentadito en el sofá le sonríe Pedro Sánchez, el único que pronunciaba su nombre en los mítines. El miércoles lo volvió a nombrar en el Congreso de los Diputados para cumplir la profecía de Antonio Escohotado: siempre que la izquierda lo necesita, encuentra un fantasma de Canterville y construye su 'reflejo especular' contra el que luchar teatralmente, dividir al oponente y activar a sus votantes. Alvise representa su manfestación última y pintoresca, pero el populismo lleva tiempo marcando el signo de la política española. Vivimos de truco en truco en una manipulación permanente que se articula en forma de cartas a la ciudadanía, polarización, engaños y maniobras sobre todos los poderes del Estado mientras Sánchez, como Yago en 'Otelo', nos dice 'Yo no soy el que soy'.

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larioja Atilano, presidente