El anuncio sobre los nuevos trenes llegó como llegan a La Rioja todas las noticias sobre infraestructuras: tarde. Fue a mediados de abril de 2024 ... cuando el ministro Óscar Puente prometió los nuevos Alvia entre La Rioja y Madrid. El ministro dio el titular y la noticia resonó como un silbato en la niebla. Explicó la nueva ruta por Miranda, habló vagamente de fechas (estarían funcionando «en torno al mes de noviembre») y después cedió el atril al presidente de Renfe para que ampliara los detalles; a medida que los iba desgranando, Puente dirigía su mirada al suelo, se descubría un pellejito en el dedo pulgar de la mano derecha, se lo mordía y se marchaba mentalmente de allí.
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Entre las promesas políticas y su ejecución real siempre media un abismo de tiempo, de burocracia, de excusas y muchas veces de olvido, lo sabemos bien en esta comunidad en la que desgraciadamente hemos abandonado la reclamación sobre el AVE. Después de décadas de discursos, licitaciones, proyectos, mapas y plazos irrealizables vemos que hemos sido como niños gritando ante la boca de un túnel. El eco se ha perdido ahí, negrísimo, inútil, rebotando más débil en cada legislatura, en cada nuevo representante de nuestra comunidad con escaño en la Carrera de San Jerónimo. Porque las nuevas conexiones con Madrid, son un logro muy menor, un premio de consolación; por fin nos han dejado entrar al restaurante pero nos sientan en un taburete en la mesita infantil. Tenemos nueva ruta a la capital, un trayecto que discurre por Miranda, Burgos, Valladolid y Segovia, y hay que subirse al vagón para recordar la vieja frase de Ortega, que «España es una cosa hecha por Castilla». Mientras tanto Bilbao está a punto de estrenar conexión aérea con Nueva York; parece una de esas bilbainadas que todavía cantan las cuadrillas por los bares de Vizcaya pero es una buena metáfora del espíritu de los vascos, la demostración de que el carácter ayuda mucho a conseguir objetivos que parecen imposibles. A la espera del nuevo tren por Madrid y sin noticias del AVE, aquí soñamos ahora con aviones hasta Londres, un espejismo precioso de grandes autobuses rojos detrás de un océano de viñas.
El jueves se volvió a cancelar el vuelo de Madrid hacia Logroño. Metieron a los pasajeros en un autobús y fueron cruzando España por la noche azul de abril. «Nos han dado un sándwich y un botellín de agua», dijo uno de los afectados. En 2016 Sergio del Molino popularizó el concepto de 'La España Vacía' y nos puso ante los ojos esa singularidad demográfica y territorial nuestra. Pero hay otra más dramática y que nos afecta aquí desde hace bastante tiempo: la España que se encoge de hombros.
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