Secciones
Servicios
Destacamos
Las larvas de la carcoma comen la madera con terrible voracidad. Al principio no se nota pero la constancia de su acción destructora puede resultar irreversible. En política, la corrupción es tan temible como la carcoma: mina cualquier régimen político. En las dictaduras con negarla ... es suficiente pero en las democracias la desafección socava el sistema. Hay muchas formas de corrupción, es evidente, pero banalizarla, encubrirla o tolerarla en cualquiera de sus modalidades es desastroso.
Llevamos años rodeados de escándalos y de tramas corruptas, viendo a los políticos escandalizarse de las corrupciones ajenas y jamás de las propias. Viendo cómo nos niegan lo evidente como si fuéramos imbéciles. Hasta hay opinadores, siempre al servicio de alguien, que consideran que hay corrupciones que quedan perdonadas, incluso penalmente, si pasan la prueba favorable de las urnas.
El Tribunal Supremo ha condenado a los expresidentes andaluces Chaves y Griñán por el tristemente famoso caso de los ERE. Ellos no se han lucrado como en los casos de corrupción tradicionales, sin embargo, con el fin de ayudar a trabajadores afectados por expedientes de regulación de empleo de empresas en crisis, se creó durante años una estructura clientelar que vulneró la legalidad cometiendo múltiples desmanes en la gestión de los fondos públicos. Un Tribunal dividido ha condenado no solo a los que gestionaron irregularmente los fondos sino a los responsables políticos que aprobaron la norma. Una novedad que, siendo lega en derecho, interpreto que de algún modo une en el reproche jurídico tanto la responsabilidad penal como la política y cuestiona al propio parlamento andaluz. Durante años hemos visto quedar impunes a muchos políticos que negaron que hubiera corrupción en su entorno y que nunca advirtieron las ranas que chapoteaban en su ciénaga.
En la derrota electoral del PSOE de Andalucía planeó, sin duda, la sombra de la gestión clientelar de los fondos presupuestarios durante los mandatos de Chaves y Griñán. Aunque asumieron la responsabilidad política, dimitiendo hace años de sus cargos, afrontan hoy un duro castigo penal. La vida enseña siempre con dolor. Quienes, por prescripción o por sutilezas, se libraron de ser juzgados por delitos que todavía permanecen ocultos o encubiertos o se los emplumaron a sus subalternos, se congratulan de la sentencia mientras repiten que la justicia es igual para todos. En un país en el que muchos han salido indemnes de sus tropelías, en una España en la que hasta su propio Rey creyó que las leyes solo incumben a otros y en el que muchos se rigen por el sutil principio jurídico de que «hecha la ley, hecha la trampa» cabe preguntarse si tenemos remedio. Griñán ingresará en prisión, pero la carcoma perdura con la misión de combatir nuestra inocencia.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Carnero a Puente: «Antes atascaba Valladolid y ahora retrasa trenes y pierde vuelos»
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.