La mocetilla choca con una tormenta de humus, rayos de hierba y chispazos de espinos. Otra vez besa el suelo. Respira, traga el susto, se levanta, avienta interferencias, absorbe cobertura y activa el traductor simultaneo.

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– ¡¡¡Mira la que has montado!!! ... – ¿Que yo qué?

– Que m'as matao

– ¿Yo? Tú estás del coco.

– Del coco partío, por la mitad, hundío por tus maledicencias. Invocaste al diablo de las dimisiones y mira and'estamos. Lo mentan y en menos que canta un portavoz se aparece.

– Y a mí qué me dices, sapo resabiao, si yo no he sido.

– Fíjate, adivinaba que dirías eso, ni una se me escapa y me echan por flojera profética, a mí, que les he servido en bandeja de plexiglas los mejores pronósticos, los racimos de un sueño. A ver quién les lava ahora los votos sucios.

– ¿Has dimitido? Así se hace, como un señor.

– Como un conejo. Ni siquiera m'andao tiempo. Antes de que abriera el hocico, zas, boca sellada y a la calle, a los sumideros. Era castor de lustroso lomo, llegas tú y ni topo arrastrao, simple rata asquerosa.

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– Topito, majo, que te dije eso de rata por la rabia del menisco roto.

– Bah, si es igual, si son así, no saben valorar. Cumplí con mi deber y les avisé: las berzas murcianas, los chotis madrileños y las morcillas de Burgos no son de fiar; se indigestan, provocan vómitos y mociones de censura.

– ¿También aquí hay juego de tronos?

– Juego de pelotas. Billar electoral. Y no sé a cuál atacar, si a la naranja, a la morada, a la azul, a la bicolor, a la bilingüe; chocan, se tiñen, se destiñen, todas se vuelven mixtas. Y pa'mi, la negra. Mucho jaleo, jaleo, y cuando acabe el alboroto seguro que empieza el tiroteo naciautonómico. Yo ya lo he dicho. Y cuidado, nena, no me la líes otra vez, que la «ce» es de Cervantes no de zorros en celo.

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– Si es por pelotas, dale a todas. Eso hace mi padre en la mesa de la finca y siempre gana.

– Ya, la mesa de coalición. Negociamos, concertamos, aprendemos lo que los otros ignoran y nos volvemos expertos. Míranos, somos dos intelectuales.

– Como los Ortega y Gassett del chiste de mi escuela.

– O como los Pili y Mili que nos quedan más a nivel.

– Ánimo, que a lo mejor te reeligen.

– Si es que estoy más derrotao que la Arrimada Invencible.

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– Ve donde Errejón y se lo cuentas.

– Es que él no ha sido, ha sido el otro. M'an despachao del grupo A, m'an rebajao el dorsal, el honor y la pela. Adiós lombrices de Árabia, caracoles chinos, chufas Nefertiti, mis delicatessen.

– Yo te veo muy chulo, muy sobrao de autoestima.

– Sí, chulo, chulo y pongo la cama. Mis vecinos realquilaos, como estoy censurao, no me pagan, dicen que ellos también son incompetentes.

– Insolventes, cari, y no montes más ciscos, que si aprietas por ahí chocas con «el otro».

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