Borrar

Está más que demostrado que somos mucho más propensos a exigir a los demás que a procurar por ellos. Elevamos la voz para reclamar lo que creemos nuestro, pero guardamos silencio para interceder por quienes son tratados como si no tuvieran derecho a tener derechos. ... Pedimos lo que no estamos dispuestos a dar y señalamos al diferente como si aceptarlo y respetarlo nos perjudicara. Lavamos nuestras propias miserias culpando a nuestros dirigentes de nuestros males sin autoexigirnos nada, porque tomando distancia con la verdad creemos que la ruindad no nos mancha. No hay día que no nos regale un asombro, una sorpresa, una maldad, una vileza, una crueldad. Son menos, aunque también existen, los días en los que nos llega un gesto de grandeza, una señal de esperanza.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

larioja ¡Oh capitana, mi capitana!