Las empresas familiares forman el núcleo del sistema productivo, ya que el 89% de las compañías son de esta índole y generan el 67% del empleo y el 57% del PIB del sector privado. Su comportamiento ha sido decisivo en el desenvolvimiento de la economía durante la crisis pandémica. El secreto de su éxito ha sido la disponibilidad de liquidez, que les ha permitido sobrevivir nueve meses prácticamente sin ingresos afrontando los gastos y los salarios; a ello ha contribuido la disponibilidad de las ayudas dispuestas por el Gobierno: el 77% de las empresas familiares españolas ha recurrido a alguna de estas iniciativas de apoyo, frente al 87% de las empresas no familiares. Las medidas más demandadas han sido los préstamos ICO (37%), seguidos de los ERTE (35%) y del aplazamiento o reducción de impuestos (25%). Pese a esta aparente disponibilidad, cuatro de cada cinco empresas se muestran insatisfechas con la respuesta del Gobierno a la pandemia, frente al 7% que sí la valoran de forma positiva. Así las cosas, no está en absoluto fuera de lugar la petición de las empresas familiares de que sus planteamientos económicos sean tenidos en cuenta a la hora de diseñar las políticas de reconstrucción.

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