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En la obra maestra que es la película 'El Apartamento' hay una escena soberbia. El protagonista, Bud Buxter, aparece canturreando y silbando en su cocina mientras prepara unos espaguetis, los echa sobre una de esas antiguas raquetas de tenis de madera para escurrirlos y, sumido ... en su alegre tarareo, termina poniéndolos en un plato a la voz de '¡Tachán!'. Esa felicidad despreocupada de un personaje con una vida tan triste es un triunfo gigantesco y, en el fondo, un acto de rebeldía, por eso me producen tanta simpatía las personas que van por la calle silbando o tarareando algo; son insurrectos, indómitos, felices desobedientes en un mundo de quejicas.
Contaba Vieri que, cuando llegó al Atlético de Madrid, conectó al momento con Kiko Narváez porque el jerezano, igual que el delantero italiano, entendía la vida de la misma manera. Los dos se habían criado al sur del sur, jugando pachangas de fútbol arrabalero en solares abandonados entre olores a salitre y graznidos de gaviotas. «Pareces de Nápoles», le decía el italiano a Kiko. Se entendían sin mirarse en el terreno de juego «porque Kiko silba» -contaba Vieri- «y entonces yo siempre sé dónde está en el campo».
Hay gente que va por la calle con los auriculares puestos y moviendo un poco los labios, pero no es ese canturreo de antes, ese silbar por silbar que no es otra cosa que echar a volar al aire la melodía que le ronda a uno por la cabeza. Yo silbo, y tarareo tantas cantinelas que la gente me suele pedir por favor que baje el tono, sobre todo en el trabajo. Entonces me callo, o silbo más bajo, pero sigo pensando en Bud Buxter y sus espaguetis, en Kiko y Vieri, en 'La Vida de Brian', o en los soldados de 'El Puente sobre el río Kwai' que sonaban silbando a coro en un viejo vinilo de bandas sonoras de mi padre que siempre me hace esbozar una sonrisa.
Hace unos días vi a una chica y a un niño más pequeño, hermanos supongo, con sus mochilas y sus toallas camino de las piscinas de Cantabria. Caminaban de la mano por avenida de la Paz en una de estas mañanas crujientes y fulgurantes que siempre nos regala el mes de julio. Iban cantando 'Campana sobre campana'.
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