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No sé ustedes, pero hay días que me canso de tanto héroe. Creo que es simplemente por acumulación: pasan los días, pasan los muertos y pasan los quebrantos económicos, y a uno le apetece cada vez menos salir al balcón a las ocho de la ... tarde.
Ya sé, nada de lo que digamos sobre el esfuerzo de muchos colectivos a lo largo de estos días será suficiente. Pero ahora, mientras ya parece cada vez más claro que esto se está conteniendo (aunque los muertos, fuera de compás, seguirán subiendo, me temo), a uno le invade el cansancio y algo de desazón. Igual no palmamos, pero a ver qué será de nosotros.
No contribuye a mejorarme el humor la retahíla de gallinero de la horrible política que tenemos en este país, todo llena de 'capitanes a posteriori', sabios y sagaces profetas del pasado. No me cuento entre los palmeros del actual gobierno, pero si quieren saber cuánto valen los líderes de la oposición que tan apocalípticos se ponen, vayan a sus cuentas de Twitter y miren a ver qué hacían del 1 al 8 de marzo. Lo mismo que Sánchez, usted y yo: no verlo venir.
Y aquí, en La Rioja, hay una tragedia en marcha en las residencias de ancianos, una tragedia que mancha la ejecutoria del Gobierno de Andreu, que hasta ahora me parecía de sobresaliente. O casi. En unas semanas veremos, ya que ahora se callan los datos, hasta dónde llega ese horror. Pero qué pena, abuelos, a los que os debemos todos.
Pero sólo queda seguir, sí. Si me disculpan, me voy a aplaudir con mis hijos.
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