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Esto de pertenecer a una cuadrilla de las de nuestra tierra trae a veces pequeñas complicaciones, y a mí me ha vuelto a tocar la china. No sé si recordarán ustedes que en los anteriores comicios generales no pude votar. Cómo lo van a recordar, ... con la de cosas bastante más importantes que les han ocurrido a ustedes en la vida desde entonces; están como para acordarse de semejante minucia... Pues bien, repetiré que aquel domingo fui con otro compañero a coger cangrejos -ojo- autóctonos para acompañar la cena de mis amistades y a punto estuvimos de caer en la redes de unos guardas; nos libramos de chiripa. En consecuencia, para cuando llegué al colegio electoral no pude emitir -¿se dice así?- mi voto, tan codiciado por las distintas candidaturas.
Y miren ustedes por dónde, para mañana domingo 28 me hallo en la misma tesitura. A las señoras de la cuadrilla se les ha apetecido degustar semejante delicadeza y de nada me ha servido argumentar que podríamos acudir a los artrópodos crustáceos congelados de cualquier mercado. «¡La hija de la Carmen está de antojo y no puedes fallarle!», me ha avisado la Inmaculada. Así que la tengo buena, con lo fácil que los cogíamos en el Ebro de mocetes, hace poco más de medio siglo...
He intentado convencerlas para que me permitan experimentar con un plato consistente en patatas con cangrejos de río. Les confesaré a ustedes que es una receta que he copiado de un plato que preparan en Fresno de la Ribera y en Peleagonzalo, localidades ambas de Zamora, del libro Las mejores recetas de los monasterios españoles (2001). También me atraía la experimentada por la señora Concepción Lorenzo de Berlanga de Duero (Soria), que recomendaba al final de los ingredientes una copa de jerez seco o brandi, sin olvidar una guindilla al gusto, en Por los fogones sorianos (1994). Me he dado un garbeo por los cangrejos con tomate, con arroz, en ajoarriero, recomendados por Francisco Abad y Mª Rosario Ruiz en Cocinar en Navarra (1986), más los cangrejos en vino o en zancocho (zurriburri en léxico riojano) de la Enciclopedia Temática de Aragón (1994), pero que si quieres arroz, Catalina. Ahí están todas las damas mancomunadas en que los decápodos han de ser autóctonos y degustados en la fritada recomendada por Eduardo Gómez en su muy popular obra Cocina riojana (1990).
Así que mañana temprano partiré hacia la sierra -no revelo cuál, claro- con un experimentado amigo cangrejero. Deséenme suerte, a ver si retorno para la hora de votar, ya que me he perdido los dos interesantísimos, constructivos y amigables debates televisivos habidos a causa de mis múltiples ocupaciones (no le aconsejo a nadie que sea ejecutivo; lo recomiendo por enésima vez). Ah, a la fritada de Eduardo le añadiré un generoso vaso de vino blanco. Felices elecciones.
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