Campaña tóxica
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Es necesario frenar la dinámica frentista avivada ante el 4-M a fin de propiciar los acuerdos que requiere el paísLa política española no puede continuar en la espiral de crispación extrema en la que se ha envuelto, en la que vale casi todo con tal de arrinconar a rivales demonizados como enemigos acérrimos, sin arriesgarse a que la fractura partidista teatralizada con encendidas descalificaciones ... se traslade a la convivencia social con imprevisibles consecuencias. No es solo que la emergencia nacional provocada por la pandemia exija grandes acuerdos en aras del bien común en lugar de un desatado frentismo como el que se ha instalado en el país. Aparte de ello, resultan inquietantes el aliento a las pulsiones más radicales, los discursos del odio y el envenenamiento del intercambio de ideas consustacial a una democracia propiciados por la irresponsable actitud de los principales grupos al adentrarse sin tapujos en el terreno del populismo con una retórica apocalíptica y tóxica a la vez.
La campaña de las elecciones madrileñas finalizó anoche con el dudoso honor de ser la más polarizada de cuantas se recuerdan en las últimas décadas. La irrupción en ella de intolerables amenazas a candidatos y cargos públicos ha echado más leña a un fuego ya avivado previamente hasta niveles difícilmente soportables en medio de soflamas incendiarias sobre supuestos peligros para el sistema de libertades en función de quién gobierne la comunidad. La bochornosa actitud de Vox al trivializar esos ataques y algunas sobreactuaciones para movilizar a los votantes han derivado en una tensión sin precedentes en la que el cruce de exabruptos sin límites ha sustituido a la confrontación de proyectos sobre los problemas que preocupan a la ciudadanía.
Es necesario frenar esa dinámica endiablada. Por muy importante que sea, el 4-M no se ventila el futuro de la democracia, como erróneamente han querido transmitir los dos bloques enfrentados. El Estado de Derecho, cuya solidez está más que acreditada, no peligra sea cual sea el veredicto de las urnas, aunque no por ello cabe despreciar las provocaciones de los extremistas situados a ambos lados del tablero político. Se mantenga en el poder una reforzada Isabel Díaz Ayuso –previsiblemente, con el apoyo de la ultraderecha– o se imponga una izquierda de tonalidades muy diversas, el PP y el PSOE no deberían llevar su pulso tan lejos como para propiciar una voladura de puentes que torne en inviables los entendimientos que necesita el país.
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