Alguna vez les habré comentado a ustedes que soy una andaluza que nació en La Rioja. Se trata de una pequeña broma que me divierte relatar. Resulta que al poco de residir aquí, mi madre me llamó por teléfono para decirme textualmente:

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– Hija mía, ... lo has conseguido, ya has nacido en La Rioja.

El misterio es fácil de resolver pues simplemente le habían cambiado el nombre a la calle. En aquel caso el motivo no fue la Ley de Memoria Histórica sino una ordenación urbanística. Mi barrio fue en sus inicios un asentamiento troglodita en el que las familias pobres hallaron un hogar asequible y con los años también construyeron casas. Parece ser que en la época de la dictadura de Franco un terrateniente del pueblo registró a su nombre aquellos terrenos, por lo que en los noventa mis padres y todos los vecinos tuvieron que comprarle el suelo de sus propias viviendas. En una operación que enriqueció, aún más si cabe, al avispado propietario. Con buen criterio, el Ayuntamiento de la ciudad reordenó la zona y fue una casualidad que nuestra calle se llamara La Rioja porque justo al lado está Navarra, al otro Asturias y así hasta completar todas las comunidades autónomas.

En Logroño vivo en la calle Doce Ligero, que se llama así porque muy cerca estaba instalado el 12 Regimiento de Artillería Ligera al mando del coronel Ricardo Moltó, cuya actuación a favor del bando nacional fue crucial. Este hecho consta en el acta del pleno del Ayuntamiento de Logroño de febrero de 1937, por lo que se ve que los golpistas no esperaron demasiado tiempo para suprimir cualquier huella republicana. Sin embargo, han tenido que transcurrir casi 40 años para que las autoridades competentes hagan lo propio con los vestigios franquistas.

Y si les cuento esto es porque justo esta semana mi amiga Luz me invitó a su casa a cenar, me envió la ubicación y al buscar en internet la dirección Luisa Marín Lacalle descubrí que se refería a la antigua Milicias. En la noticia también se explicaba que así se culmina el proceso de cambio de nombres iniciado en 2011. Estoy segura de que quedará alguna calle más, pero quisiera que en la que yo resido se aplique también la mencionada Ley de Memoria Histórica.

No cabe duda del motivo por el que esta rúa se denomina así pero además me ha dado algo de envidia que mi amiga pueda contar, con orgullo, a sus nietos que Luisa Marín fue una sindicalista logroñesa que entregó su vida por los derechos de los trabajadores y trabajadoras. Así que puestos a pedir me encantaría que mi calle se llamara 'Mariana Pineda'. La famosa heroína granadina asesinada por no delatar a sus amigos liberales y que bordó una bandera con la leyenda «Ley, Igualdad y Libertad», unos valores que hoy en día no han perdido su vigencia. Mariana tenía solo 27 años y sigue siendo emblema de valentía, lealtad y fortaleza. Todo es posible. En su momento nadie creyó que, por ejemplo, la calle Primo de Rivera se conocería como Ateneo Riojano.

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Así que como me dijo mi madre ya que he conseguido nacer en la Rioja ahora me gustaría morirme en la calle Mariana Pineda. Y con eso de morirme me refiero a cuando me llegue la hora, que espero que falte aún mucho, como mínimo 30 años. Tiempo de sobra, dicho sea de paso, como para que se atienda mi petición.

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