La calle

En el documental sobre el 'Caso Figo' hay una reflexión divertida de Paulo Futre. Dice que para convencerlo de fichar por el Real Madrid explicó a Figo que al final todo se reduce «al papel», al dinero que ganas o dejas de ganar. Eso nos está pasando ahora porque tras mucha ley ideológica y mucha resiliencia el ciudadano comprueba que es cada vez más pobre. Nos dicen «ahorro energético» porque «racionamiento» sería muy descortés, y cuando a los políticos se les empiezan a desgastar los eufemismos se lanzan a hacer cosas raras como salir corriendo a la calle a proclamar que no comprendemos nada y estamos equivocados.

Yo soy un gran entusiasta del frenesí de las masas, pero no creo que la gente se ponga como en la boda de Lolita. Después de las pasiones que desataba Felipe González a modo de actor de telenovelas a ningún otro gobernante se le ha aclamado aquí mucho; aquella sí que fue la auténtica movida ochentera. Luego los votantes fuimos perdiendo la inocencia y los políticos también pero a golpe de sentencia judicial y así se desvaneció ese fervor infantil por el señor presidente, que hasta Rajoy se llevó un guantazo torcido y traidor en mitad de Pontevedra.

Pero Sánchez es muy listo, ha olfateado en el aire que se acerca un ciclo electoral convulso y trata de usar su magia. No sé qué tal le saldrá aunque yo confío mucho en la vieja maquinaria de bocata y banderita para que todos los que anden cerca sean incondicionales y no tengamos que sufrir bochornos. Una vez ya le insultaron camino de Riojafórum y hay que tener cuidado con esos arrebatos de ira, que aquí la gente se enciende mucho y luego salimos en las noticias como cuando aquel majadero le tiró un huevo a Bustamante en San Mateo.