Los duros otoño e invierno que se pronostican y la incertidumbre política que existe están precipitando el comienzo de un programa electoral al que aún le quedan por delante varios meses para que pueda empezar a clarificarse. Los dos partidos hegemónicos, el PSOE y el ... PP, se preparan para una contienda política que nos mantendrá distraídos varios meses en medio de los numerosos problemas que los políticos, y particularmente el Gobierno, tendrán que afrontar primero en las elecciones autonómicas y enseguida las generales.

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La llegada al liderazgo del Partido Popular de Alberto Núñez Feijóo, rodeado de un buen currículo, ha animado a la adormecida derecha y creado nuevas esperanzas de volver a hacerse con el Ejecutivo. Feijóo ha arrancado ilusiones y en el poco tiempo que lleva en el cargo no ha hecho nada que empalidezca su imagen por más que sus adversarios socialistas se hayan precipitado, ya que no a censurar sus actos que todavía no ha protagonizado, sí a empalidecer su imagen con mil y una descalificaciones.

Los socialistas, a quienes hay que reconocerles que han tenido que gobernar una de las etapas más complicadas de la etapa democrática, son conscientes de que tienen que reaccionar contra el calendario para recuperarse de la crisis que atraviesan. Pedro Sánchez puede ofrecer algunos éxitos, como la amortiguación del problema catalán –con la división entre sus responsables– y hasta la atracción de alguno de ellos a su investidura y propuestas legislativas. Pero tiene en contra, y sus afines lo saben, la carencia de empatía que su carácter prepotente despierta entre los votantes.

Aunque imagino de habrá intentado maquillarla, la realidad es que no lo ha conseguido a pesar de algunos éxitos en las relaciones internacionales que cabría reconocerle. Para intentar recuperar el terreno perdido, que a juzgar por los resultados de las elecciones regionales en Madrid, Castilla y León y Andalucía, no es poco, prepara estos días una gira por todas las provincias. No le va a resultar fácil. Entre muchos opinantes ha cundido la idea de que algunos votos perdidos han sido más en contra suya que por méritos de sus contrarios.

Sin entrar en problemas tan complejos como los económicos, con la inflación en primer lugar, Sánchez arranca con el estigma político de haber favorecido a algunas comunidades autónomas en la compra de apoyos parlamentarios de partidos de ámbito regional. Y sin duda alguna su acercamiento e incluso dependencia de Bildu que. por muy legalizado y colaborador que se preste, suscita el rechazo, por no decir el odio, por el recuerdo que despiertan sus orígenes, ideas e incluso el control que aún ejercen algunos miembros de la banda criminal que ha costado la vida a centenares de persona y dejando el dolor entre muchas familias.

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