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En España mueren cada año por fumar unas 56.000 personas mayores de 34 años. Aunque la ley prohíbe fabricar, distribuir, vender y consumir sustancias nocivas para la salud, el tabaco, una planta probadamente tóxica no solo para sus consumidores directos sino para los llamados ... fumadores pasivos, reconocida como primera causa de muerte evitable en el mundo, goza de una escandalosa impunidad legal, amparada por un Estado hipócrita que recauda millones gravando la satisfacción de una adicción insalubre como pocas, de cuyas desastrosas consecuencias para la salud advierte cínicamente en las cajetillas sabiendo que al adicto a esta auténtica droga legal (de las ilegales ni hablamos) le resbala. Erradicar el tabaco reduciría en un 80% la mortalidad por cáncer de pulmón y enfermedades respiratorias crónicas. Otros 37.000 españoles fallecen cada año por consumir otra droga legal tan barata y asequible como el alcohol, y unas cuarenta mil a consecuencia de la contaminación ambiental. Pero la reina de la muerte es la enfermedad cardiovascular, 125.000 muertos cada año, estrechamente relacionada con la dieta inadecuada, el sedentarismo, la obesidad y, cómo no, el tabaquismo.
Este año una de las causas de muerte más infrecuentes en España, muy por debajo de los accidentes de tráfico, laborales, deportivos e incluso de la gripe estacional, será la virosis COVID-19 producida por el SARS-CoV-2 o coronavirus. Sin embargo, comparada con las epidemias tabáquica y alcohólica, la reacción está siendo desproporcionada tirando a histérica. El alarmismo desatado en cadena, ya imparable en todas las áreas de actividad social ante una situación de 'emergencia nacional', ha originado la verdadera epidemia que padece la gente, que no es de gripe sino de pánico ante una afección de muy baja mortalidad comparada con las que producen los hábitos insalubres mencionados. Aquí a nadie le importa que ejerzas libremente unos factores de riesgo que cada año entierran a miles de personas, pero como des positivo en coronavirus te mandan la policía a casa para amenazarte con hasta ¡600.000 euros! si se te ocurre salir, y no precisamente por ir a comprar tabaco o a meterte unos vinos. Dicho sea sin ánimo de negarle a esta epidemia la grave repercusión asistencial que está ocasionando en algunos hospitales donde unos pocos pacientes críticos pero de golpe pueden desbordarlos.
La dinámica del pánico colectivo irracional ya se está dejando sentir en los supermercados, donde se han agotado algunos artículos por acopio injustificado. Al menos uno, el papel higiénico, tiene su explicación lógica: con tanta suspensión de actos, actuaciones y actividades, la declaración oficial de apocalipsis coronavírica ha conseguido que todo el mundo se cague de miedo.
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