Los hay bestias, animales de arar, imbéciles, idiotas, bobos, zoquetes, majaderos, tarugos y zopencos. Son los que cada lunes ocupan un lugar destacadado en las actuaciones policiales de los fines de semana. Por montar fiestas clandestinas e ilegales en pandemia. Una orgía 'covídica' que, miren, ... si sus consecuencias se quedaran en esos chamizos, bodegas y viviendas cuando no está mamá, pues allá ellos. Pero estos irresponsables luego salen a las calles, vuelven a sus casas, van a comprar al súper, comparten el aula con compañeros. Y la arman, pero bien armada.
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Que cada lunes nos encontremos con sucesos de este tipo da muestra de lo estúpidos que podemos ser los seres humanos. Por ejemplo: una manada de elefantes nunca pondrá en peligro a los más débiles y hará lo indecible –está en su naturaleza– para evitarlo. Pero hay personas necias –también muchas por naturaleza–, despreciables y egocéntricas. Y esta catástrofe sanitaria lo está demostrando. Joder, qué machotes, qué tías más cojonudas.
Aunque tampoco es que los responsables públicos sean un excelso ejemplo. Que dos ministros pauten sendas reuniones de trabajo en destinos turísticos envidiables para, burlando la prohibición de movilidad nacional, descansar unos días coincidiendo con la Semana Santa, pues qué quieren que les diga. No cabe mayor desahogo. ¿O sí? Porque saben que gozan de bula mediática y que el asunto ya habrá decaído antes de pasar la primera noche en la playa.
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