El cabrito está a tiro. El de leche de los Cameros, digo. Veintitantos euros el kilo por medios o enteros. Merece estirarse. Me dice el carnicero que están saliendo cabritos como el año pasado, cabrito arriba, cabrito abajo. Mucho-mucho cabrito, en cualquier caso, y ... aunque este año no han venido los de fuera, los de casa se han tenido que repartir en más mesas. Y a más mesas, más cabritos. Las matemáticas, que no fallan. Y más besugos. Aunque están impracticables y una pieza como para seis se pone nivel entrada de la hipoteca con gastos de notaría incluidos. A los que andaban esperando que les subieran una limosna el SMI no les va a dar ni para pasar por delante de la pescadería. Les queda consolarse con unas alitas de pollo a la miel y la satisfacción de saber que esos 50 euros al mes que no cobrarán van a salvar miles y miles de puestos de trabajo, que les dicen. Aunque eso no engorda. Engordan los besugos y los cabritos. Los cabritos, mucho.
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