Burocracia en Las Gaunas

Anda más ocupado que acertado el área de Deportes de Logroño con el cambio de césped del campo municipal de Las Gaunas, al que le obliga la Liga de Fútbol Profesional para que la UDL acceda sin taras a ese club exclusivo al que se hizo acreedor el 18 de julio con su ascenso a Segunda División. Las explicaciones al respecto que ha ofrecido Rubén Antoñanzas hasta ahora han sido tantas y tan profusas como farragosas. Pero una conclusión puede extraerse de sus palabras: el Ayuntamiento de Logroño llega tarde a resolver un imperativo del que ya había sido advertido hace un año. Más allá del origen del aviso, argumento tras el que se escuda el Consistorio, la exigencia del cambio de la hierba del municipal era y es innegociable, lo dijese Agamenón o su porquero. Y luego está la burocracia, ese engrudo en el que se atascan los procesos administrativos con un afán garantista que a veces ni es capaz de atender pese a toda su desesperante lentitud. En ciudades como Castellón o Sabadell, cuyos equipos de referencia también han ascendido este año, sí han encontrado fórmulas para tener hoy resuelto el reto que aquí exhibe las carencias y cintura almidonada de la Administración municipal. No se trata, desde luego, del problema más acuciante de la ciudad, pero sí de una cuestión que afecta a su imagen y buen nombre. Guste o no, el fútbol sigue siendo lo más importante de entre las cosas menos importantes.