La burbuja

Durante el confinamiento hubo un millón de multas, lo que refleja muy bien cómo es una parte de España. A esa indecencia hay que sumar otras cuantas: que el comité de expertos era mentira, igual que el famoso informe de la Universidad Johns Hopkins, y que todavía seguimos sin que nos digan cuántos españoles han muerto por coronavirus; es más rentable preocuparse por los de la Guerra Civil que por los que aún están calientes sobre la camilla del hospital. No sé si esta vez les va a funcionar el manual de distracción, porque somos una vergüenza mundial y el piloto no mira hacia delante, conduce con los ojos puestos en el retrovisor donde asoma, pequeñito y alejándose, el monumento espantoso del Valle de los Caídos.

Con el SEPE desbordado, la sanidad colapsando y los colegios haciendo lo que buenamente pueden, Simón, esa estrella pop, se ausentó el otro día de su habitual performance porque –supimos luego– se había ido a grabar un programa de televisión en globo aerostático con Jesús Calleja. La única burbuja que existe es en la que vive esta gente.