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El Mundial de Qatar terminó para España con la amargura de perder ante Marruecos, no poder pasar a cuartos y acabar volviendo a casa cariacontecidos. Pero, más allá de los avatares futbolísticos, lo más destacado fue la alerta inicial que se produjo ante una posible ... reacción conflictiva en las ciudades españolas entre las dos aficiones, independientemente del resultado. El anterior encuentro celebrado el 27 de noviembre entre Marruecos y Bélgica, con victoria del país alauí, tuvo unos efectos desaforados con serios actos de vandalismo en el centro de Bruselas y en Ámsterdam y Róterdam. Cerca de 200 personas fueron detenidas.
No había pistas concretas para esperar que se fueran a repetir en España acontecimientos de ese calibre. El Ministerio de Interior reiteró antes del partido que las cosas discurrirían de manera pacífica y la Federación Española de Entidades Religiosas Islámicas, se dirigió a la comunidad musulmana instando a mostrar «los modales del islam, entre los que figuran el respeto y la tolerancia». Solo dieron la nota negativa los extremistas de perfil nazi, que concretaron sus odios en un llamamiento para que los aficionados españoles salieran a las calles «a defender Madrid» aun antes de que se celebrase el partido.
Después, ganó Marruecos en la tanda de penaltis y sus aficionados exhibieron su felicidad en Madrid, Almería, Melilla... Pero, no pasó nada, salvo el contagio de la alegría de una victoria que representaba no solo el triunfo de su país, sino el de un equipo africano que había conseguido hacerse hueco en un Mundial. De ese partido queda la mirada del portero marroquí, Yassine Bono, a Sergio Busquets, capitán de la selección, antes de lanzar el tercer penalti de España. Bono buscaba probablemente poner nervioso al centrocampista catalán y seguramente recurrió a un truco del oficio. En ningún caso fue una sonrisa de desprecio. También destacó la colleja afectiva de Luis Enrique a Bono, que es un jugador criado en el fútbol de nuestro país. El seleccionador le dedicó un piropo monumental: «Es espectacular».
¿Por qué los marroquíes españoles se han desenvuelto con tranquilidad al contrario de sus paisanos belgas o de los Países Bajos? Un experto en el Magreb, el periodista Ignacio Cembrero, ha sostenido que no tiene respuesta para ello y, a su vez, se ha preguntado si será, acaso, porque se encuentran más a gusto aquí. Ojalá sea así, pues significaría que, nosotros y ellos, somos capaces de llegar al encuentro y la convivencia. A ser, por fin, buenos vecinos.
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