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M r. Marshall se va de gira por Mauritania, Gambia y Senegal. A Mr. Marshall le encorajina lo poco que le quieren en casa, y además se aburre un montón desde que por culpa de la tenebrosa derecha y ultraderecha no puede gobernar. A Mr. ... Marshall este país cainita se le queda pequeño y prefiere lucir palmito por el ancho mundo, donde se le reconoce su talla de estadista internacional. Así que se nos va a donde los cerros de Úbeda, a solucionar en origen el drama de la inmigración con la verborrea estupefaciente que le caracteriza heredada del gran Pepe Isbert: «como presidente vuestro que soy os debo una explicación, y esta explicación que os debo os la voy a pagar». Murmullos de satisfacción entre la concurrencia que por fin ve una luz en el túnel del hambre y la miseria. Manolo Morán le prometía a Lolita Sevilla un tren a Logroño si le venía en gana, y nuestro estadista por antonomasia lleva los bolsillos llenos de economía circular para arrobo de la muchachada, que hasta ese instante no tenía otra expectativa de futuro que la de arrojarse al mar y sálvese quien pueda. Lo mismo, y si se viene muy arriba, a lo de circular le suma también sostenible, paritaria y dos huevos duros. Luego ya viene esa cosa prolija de la letra pequeña, que no acapara titulares y por eso lo deja en manos de sus asesores. Circular viene a decir que les ofrecemos formación y empleo en España para que, una vez integrados, se larguen a sus países a ocupar los puestos de trabajo que nunca existirán allí. O sea, que no contentos con expoliar sus materias primas, para luego revendérselas manufacturadas imposibilitando así el desarrollo de industrias locales, doblamos la apuesta y les arrebatamos a su mejor juventud, para que aquello quede hecho unos zorros, un erial cautivo de la cooperación y el nepotismo del sátrapa de turno que mejor sirva a los intereses de la metrópoli.
Será que nos estamos haciendo viejos, pero no somos capaces de habituarnos al imperio de esta izquierda tontipop que pretende arreglar los desgarros de un sistema económico perverso con abracitos y estribillos de Mecano. Solo nos falta ver que desde los altavoces de otro Open Arms se reciba a los cayucos al son de «allí me colé y en tu fiesta me planté; coca-cola para todos y algo de comer» Los que peinamos canas todavía creemos que lo de influencer va por Marx o Keynes, y, como Garganta Profunda en el Watergate, preferimos como explicación seguir la pista del dinero. Va en la agenda del encuentro la renovación de los acuerdos pesqueros en la zona. Resulta que nuestras flotas esquilman los caladeros africanos con el objetivo de fabricar harina de pescado, que luego se emplea como alimento para mascotas o en piscifactorías. Así se cría la mayor parte del salmón barato que consumimos. Adivinen cuántas familias se quedan sin comer por cada canapé que va a la basura de cualquier evento instagrameable. Cuántos pescadores pierden sus trabajos y se lanzan al mar. Así, porque yo lo valgo, y, como lo cortés no quita lo valiente, quién dijo que no se puede ser al mismo tiempo disfrutón y solidario.
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