Secciones
Servicios
Destacamos
Matías Iturza, octogenario, natural y vecino de un bucólico y apartado pueblo de los Cameros, andaba duro de oído pero aquella mañana escuchó con total nitidez ese clic metálico. Entonces cientos de fichas de dominó comenzaron a caer en cascada por su cerebro, como alguna ... vez había visto en televisión, y todas las palabras de Nuria, la doctora que venía de Logroño a pasar consulta, se convirtieron en manchitas rojas. Otra vez le regañaba como si él fuera un niño pequeño, en ese tonito cursi y aniñado que ya le resultaba familiar. Al parecer, además de viejo, lo consideraban imbécil total. Que si el vino, que si las comidas, y para colmo ahora se negaba a extenderle la receta de las pastillas de la Felisa, que como andaba mal del corazón le daba pereza bajar hasta el consultorio. Si no viene ella en persona no hay tu tía. O mejor aún, que vengan los hijos y se lo explico. Los hijos. Esos cabrones que no subían al pueblo desde el verano y que andaban detrás de quitarle el coche. Porque soy un peligro, dicen. Y entonces, ¿cómo hacemos?, ¿os vais a encargar vosotros de todo, hatajo de ababoles?
María Daenerys, la dominicana que llevaba el bar de la plaza, luego contó que daba miedo cuando entró, y que solo repetía «hasta los cojones, me tienen todos hasta los cojones». Ese día, cuando llegó el resto de la cuadrilla, se pidieron más vinos de lo habitual y se dieron muchas voces. Este se quejaba de que para todo le pedían usar esa mierda del móvil, al otro le acababan de multar por no se sabe qué prácticas ilegales en la huerta, en su huerta, y todos maldecían la limosna de pensión que recibían o el estado de abandono de un pueblo que, en su juventud, era la envidia de la comarca. Cuchichearon, desaparecieron, y cuando se les volvió a ver ya habían tomado el Ayuntamiento armados de azadones y algunas viejas escopetas de caza. Dionisio, el alcalde, dijo que él ni quitaba ni ponía, pero que de expropiarle la fábrica de chorizos nanay de la China. En su primer bando declararon abolido el wasap y todas esas chorradas, porque el suyo iba a ser el primer pueblo cien por cien analógico. El martes, cuando llegó el autobús de la Caja, lo tomaron y quedó nacionalizado. Los fondos se repartieron y desde ese momento se instituyó la obligación de pagar a tocateja. Solo entonces se acercó la pareja de la Guardia Civil que cubría la zona, pero eran dos milenials con más pinta de protagonizar un reality de Tele5 que otro Puerto Hurraco, y se largaron quemando rueda. Una semana después se acumulaban las llamadas de pueblos similares para ver dónde había que apuntarse, y un magnate de Hollywood trabajaba ya en la adaptación al cine de tamaña gesta crepuscular. Ya inmortales, ya leyenda, coronaron su obra proclamando desde el balcón consistorial el amor libre, porque, gracias a las píldoras azules requisadas en el dispensario, lo cortés no está reñido con lo valiente.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.