Borrar

No hace falta ser griego ni alemán para que el filósofo que todos llevamos dentro nos advierta de que el tiempo es una entelequia. El cómputo de los años se escurre como agua entre los dedos a falta de una imagen cíclica que nos sirva ... de asidero emocional. Yo, por ejemplo, cuento mi vida de dos en dos veranos a través de las desventuras de la selección española en Eurocopas y Mundiales. Y, por cierto, no caigan en esa cursilada de marca blanca de denominarla 'La Roja', ese eufemismo que solo sirve para que se la cojan con papel de fumar los trileros de aldea y su orfeón de tontos útiles. Se empieza por los circunloquios y se acaba por liquidar en pública subasta las tres o cuatro cosas que nos hacen libres e iguales. Afirmo que mi magdalena proustiana es el codazo de Tassotti, el atraco a mano armada de Al-Ghandour o la noche eterna del Buitre sobrevolando Querétaro. Sé que es una forma idiota y pueril de poner en hora los relojes, pero me basta con que la sensatez se circunscriba a los edictos del BOE. Fuera de ahí la cordura radical es un interminable lunes de febrero, o peor aún, un sótano repleto de cadáveres.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

larioja Iniesta es mala persona