A uno, lo que le gustaría es contar aquí las recientes elecciones gallegas con la retranca que se gastaba el bueno de David Vidal, nuestro Mago de Portosín, que te hacía la crónica de un Logroñés-Barsa y aquello raspaba más que una comedia bárbara ... de su ilustre paisano don Ramón María. Será por la cosa de las meigas, o por el sempiterno orvallo que difumina los perfiles de la realidad, pero el hecho es que el gallego se ha especializado en jugar al despiste escurridizo, y ahora uno con el escrutinio no sabe si andan subiendo o bajando la famosa escalera. Según el clamor de la fachosfera estaríamos ante un rotundo «Santiago y cierra España», y será a hondonadas de muñeiras y pulpo á feira como se allanará el camino a la Moncloa; sin embargo, Radio-Pedrogrado declara que Mordor empieza entre Piedrafita y O Barco de Valdeorras, y que, a base de negros bostezos de botafumeiro, la oscuridad acabará devorando esta chiripitifláutica sociedad de progreso que han instaurado. Como no les cabe en la cabeza que todavía haya quien vote a la derecha en plena posesión de sus facultades mentales, sacarán a colación los espantajos habituales de la población envejecida, la Galicia rural y brumosa, Pepiño, los de la boina, Marcial Dorado, algún registrador de la propiedad y hasta el abuso inmoderado del licor-café, que por esas aldeas perdidas siempre ha resultado más práctico y rápido instalarse un alambique casero en cualquier bajera lúgubre que dar con una farmacia de guardia en busca de ibuprofeno y orfidales.
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Camba, que cuando revelaba que era gallego le decían que eso solo eran aprehensiones suyas, escribió que una nación se hacía como cualquier otra cosa. Bastaban quince años y un millón de pesetas. Y aquí nos hemos acostumbrado a que esas pesetas salgan del bolsillo de todos en detrimento del interés general. A los que tenemos una edad, que el BNG haya devorado a toda la izquierda de la Comunidad nos trae buenos recuerdos de cuando Antón Reixa cantaba aquello de «Galicia caníbal», como en una precuela de Bayona, y pido disculpas por el spoiler. Tal y como es de fantasmagórica aquella tierra no nos extrañaría ver ahora a los representantes de PSOE y Sumar deambulando junto a los difuntos de A Santa Compaña camino de San Andrés de Teixido, o sea, esa forma ensoñadora y galaica de referirse a las puertas giratorias de las consultorías o el casoplón en Galapagar.
A este PSOE actual se le están poniendo hechuras de Nostromo, aquella nave intergaláctica de Ridley Scott, y algunos vemos con preocupación la posibilidad de que todos estos pasajeros plurinacionales no se acaben merendando a la tripulación. Con el mediático boxer del teniente Ripley en función de servilleta. Por mucho que aguardemos con curiosidad la próxima entrega de la saga, esa en la que se disfraza al Alien de inofensivo y simpático txistulari vestido de Quechua por los montes y gaztetxes de la verde Euskal Herria.
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