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Temperaturas tan extremas que parecen irreales en Canadá, Estados Unidos o la India, dantescos incendios al inicio de la temporada en que suelen comenzar cobrándose ya cientos de miles de hectáreas en Estados Unidos o Canadá, pero también en España, olas de sequía persistente; ...lluvias ... diluvianas en la India, Alemania, Países Bajos o Bélgica que, según la organización meteorológica mundial, han recibido en dos días las precipitaciones equivalentes a dos meses. Según los climatólogos, estamos frente a las consecuencias concretas del anunciado (pero desoído) cambio climático proclamado por el Grupo de Expertos Intergubernamental sobre la Evolución del Clima (GIEC) desde 1990, relacionado con la emisión humana de gases de efecto invernadero que provoca dos extremos en el ciclo hidrológico: más episodios de lluvia torrencial y más sequías pronunciadas; extremos observados estos días con sus devastadoras consecuencias que ponen en evidencia la fragilidad del bienestar humano y alertan de la necesaria e inaplazable concienciación de su trascendencia.
En la Tierra ya se han producido devastaciones debidas a bruscos cambios climáticos con trágicas transformaciones geológicas y extinciones masivas de vida; pero según los expertos, es la primera vez en la que una de las especies tiene la capacidad de provocar que sea unas 150 veces más probable, desequilibrando el clima.
Europa, como si previera los dramáticos acontecimientos, y partiendo de que el modelo actual basado en el consumo de energía fósil ha llegado a su límite como base del motor económico vigente, ha sido pionera en anunciar el 14 de julio el programa 'Flit for 55' como pacto verde de lucha contra el cambio climático para neutralizar la emisión de carbono en 2050, reduciendo el 55% de emisiones del gas con efecto invernadero en 2030 respecto a 1990, e intentando crear una dinámica mundial para la preservación del planeta. De las 13 medidas legislativas anunciadas, dos de ellas: la prohibición de vehículos con motor de combustión desde 2035, y la regulación del mercado del carbono mediante tasas, son de compleja aplicación y afectan a numerosos sectores del transporte y de producción energética.
Un pacto verde ambicioso, difícil de aplicar por el ingente esfuerzo a realizar, con importantes consecuencias para nuestro sistema de vida actual, pero imprescindible si pretendemos detener esta nueva crisis climática. Europa no puede transitar sola por el ineludible camino; China, primer emisor de gases de efecto invernadero, ha anunciado tasas para su control. No es broma, hacen falta esfuerzos combinados.
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