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Sorprendente ha sido el tramo final de la Semana de Música Antigua con dos propuestas de formidable calidad interpretativa, solo que en direcciones opuestas. El ... día 8 asistimos a un espectáculo potente, muy bien planteado y trabajado en torno al villancico español del siglo XVIII con el acertado título de 'Sarao' y a cargo del fenomenal grupo vocal-instrumental 'Opera Omnia'. Fue un privilegio disfrutar de un quinteto vocal tan brillante junto a un nutrido y cualificado grupo instrumental. En total fueron 14 intérpretes en escena, nada menos, derrochando estilo, gracia y vitalidad: todo un lujo hablando de música antigua. Hubo grandes momentos de garbo y alegría como en 'Digo que no he de cantarla' o 'Jácara de fandanguillo', ambas de Francés de Iribarren, junto a emocionante hondura musical en 'Vengan, vengan' de Diego Pérez de Camino, excelente compositor burgalés que desarrolló toda su carrera en Santo Domingo de la Calzada. El quinteto vocal destacó por la calidad de todas sus voces y una excelente adaptación al canto barroco (¡qué timbre tan delicado y sedoso el de la soprano Manon Chauvin!). Los intérpretes instrumentales mostraron también gran brillantez, con momentos de lucimiento para todos ellos. Se notaba el empaque que aporta a la música antigua el arpa junto a la guitarra barroca. En resumen: un excelente concierto, de extraordinaria calidad musical, de esos que animan al público y dejan un formidable regusto. Las aclamaciones finales fueron imponentes.
El concierto final del jueves 9 era una incógnita, al indicar en el programa 'música antigua y jazz', incógnita que quedó despejada en los primeros minutos: era básicamente un concierto de jazz, lo que produjo incluso alguna deserción entre el público al finalizar la primera obra del programa. Vaya por delante la calidad sobresaliente del Daniel García Trío que quedaba patente en los abundantes solos a cargo del pianista Daniel García Diego, brillantísimo, del contrabajista Pablo Martín Caminero, gran artista dominador del arco y del pulso, y del percusionista Borja Barrueta con su tremendo armamento sonoro. Impresionante también la calidad del quinteto vocal 'Vandalia', cinco voces extraordinarias, perfectas en el canto barroco. Pero dejemos claro que este no era un concierto de música antigua por ningún lado y la polifonía vocal era como un pretexto para las intervenciones jazzísticas que se llevaban la parte mollar del concierto y que poco tenían que ver con la obra original (¡qué diantres hacía Chopin al lado de Gesualdo!). Solo con ver el ostentoso despliegue de amplificación sonora y sintetización electroacústica, ya quedaba claro lo alejada que estaba esta propuesta del mundo auténtico de la música antigua. La exagerada amplificación de las voces reducía el valor de su canto y distorsionaba la pureza de la polifonía. Explicaba Daniel García que su propuesta era un 'experimento' que esperaba llegara al público. En mi caso puedo contestar: «Experimento recibido. Corto y cambio». También debo dejar constancia de las intensas aclamaciones finales de buena parte del público, que disfrutó del concierto.
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