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Todos somos muy católicos. Incluso los que no lo son, me se entienda. Como muy de misa: el buen samaritano y todo eso lo hemos oído mil veces. Casi tantas como eso de que somos «un pueblo hospitalario», repetido por cada alcalde desde que se ... inventaron las fiestas patronales.
El problema de esas cosas es que resultan más fáciles de decir que de hacer. Y que solo cuando la realidad nos pone delante un caso concreto somos capaces de demostrar que lo que decimos se acerca un poco, al menos, a lo que hacemos.
Me refiero al 'Open Arms', claro. Ya saben, ese barco que ha estado pululando por el Mediterráneo lleno de migrantes rescatados del mar sin que nadie le deje llegar a puerto. Sinceramente, en este caso las cosas me parecen bastante sencillas. Si hay gente en el mar con riesgo de morir ahogada, hay que rescatarla. Y según las leyes internacionales, llevarla un puerto seguro. Lo que ocurra después es ya otro cantar, y leyes hay para decidir el futuro de esa gente.
Pero las cosas básicas han de estar bien asentadas, y debemos tenerlas claras como sociedad. Y esto es lo básico: hay gente en peligro de morir (y que de hecho muere) surcando el Mediterráneo. A esa gente hay que rescatarla y llevarla a puerto seguro.
Y luego ya analizaremos (si es que nos apetece por fin ponernos a hacerlo de un modo maduro y sin mierdas racistas) qué hacemos con este fenómeno como sociedad, casi como especie. Qué podemos hacer para que la gente prefiera quedarse en su casa (que es lo que todos querríamos, ellos incluidos) antes que venir a morir en nuestros mares.
Pero eso, ya digo, luego: ahora, lo básico. Saquemos a esa gente del mar.
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