Brasil mira al futuro
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Reconstruir la unidad de un país partido en dos es el gran desafío al que se enfrenta Lula tras ganar por un mínimo margen a BolsonaroLa ajustada victoria de Lula da Silva que le devolverá la presidencia de Brasil doce años después de abandonar el cargo abre un nuevo tiempo en el país más poblado de Latinoamérica y su mayor potencia económica. Los apenas 1,8 puntos de ventaja que ... el candidato izquierdista ha obtenido sobre el ultraderechista Jair Bolsonaro –cabezas visibles de dos proyectos absolutamente antagónicos– retratan una sociedad fracturada por la mitad, víctima de una tan asfixiante como peligrosa polarización de una magnitud extrema desconocida en las últimas décadas. Recomponer una convivencia normalizada restañando las profundas heridas abiertas es el gran desafío del nuevo mandatario, junto a la reducción de las abismales desigualdades que tienen sumidos en la pobreza a más de 30 millones de ciudadanos.
El triunfo de Lula representa su resurrección política después de que los incuestionables avances sociales de sus dos anteriores mandatos se vieran empañados por una extendida corrupción que le llevó a la cárcel durante 19 meses, aunque finalmente quedó absuelto por irregularidades procesales. La oportunidad que le han brindado los brasileños es un aval a sus promesas de regeneración, pero también una respuesta a los temores que suscita el tóxico populismo trumpista de Bolsonaro, que ha degradado las instituciones democráticas y ahondado en la división del país. Es de esperar que el todavía presidente, el primero que fracasa al presentarse a la reelección, evite la obscenidad de cuestionar el veredicto de las urnas y facilite una ordenada transición en el poder.
Lula –cuyo apoyo, como el de su rival, es la suma de adhesiones personales y odio a su contrincante– se enfrenta a una titánica tarea de reconstrucción nacional, que pasa por aunar esfuerzos para enderezar la economía y fortalecer las instituciones. Su victoria refuerza el ascenso de una variopinta izquierda en Latinoamérica, de pulsiones muy diversas y abocada a confrontar sus proyectos al principio de realidad, y se antoja crucial para revertir la destrucción ambiental perpetrada en la Amazonía con el actual Gobierno. La designación del conservador Geraldo Alckmin como vicepresidente pretende transmitir una imagen centrada, lejos de radicalismos. Pero también refleja el amplio espectro ideológico de los votantes que han devuelto al poder a un líder que deberá forjar amplios acuerdos para colocar a su país en disposición de mirar al futuro con optimismo.
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