Secciones
Servicios
Destacamos
Una de las resacas pandémicas es la transformación del popular botellón. La noche ha dejado de ser una zona horaria desértica debido al transicional toque de queda que clausuró el ocio nocturno para convertirse en un espacio en el que pululan racimos de grupos de ... jóvenes –algunos menores de edad– que, en espacios públicos y entradas a espacios privados, dedican su ocio a interactuar, reír y divertirse vacuamente en torno al consumo de alcohol y quizás otras sustancias que alteran la conciencia. Cada día es más frecuente observarles yendo hacia lugares de encuentro cargados de bolsas en las que se avistan botellas de alcohol que alguien ha facilitado, y cada día es más frecuente constatar los resultados de estas reuniones, a veces molestas y prolongadas.
La pandemia ha acelerado la multiplicación de una práctica, conocida desde hace décadas entre jóvenes, para beber alcohol por debajo de la edad permitida o para hacerlo a precio módico fuera del circuito de ocio nocturno excesivamente caro para algunos. Pero también la está transformando, adoptando un viso creciente e incívico hasta el punto de suponer un desafío al orden público, enmascarado tras la reivindicación del derecho a la interacción social. Aquella práctica de antaño regida por la ética y responsabilidad particulares sobre cómo ocupar alternativamente el ocio, se convierte en una actividad de masas con marcado espíritu transgresor e incívico que desafía a la autoridad, al orden y seguridad públicos, causando importantes daños a la propiedad privada, como está sucediendo estos días en Barcelona pero con una tónica expansiva exponencial a lo largo de la geografía española.
El falaz argumento del derecho juvenil al ocio e interacción se invalida cuando se altera el orden público y se atenta contra la seguridad personal y la propiedad privada, retando a la autoridad que intenta ponerle freno. En suma, el inofensivo botellón se está transformando en una aglomeración incívica transgresora cuando se enfrenta a los agentes del orden y lastima el derecho de los demás: derecho de seguridad, derecho de propiedad, derecho al descanso.
Es un indicador de que, quizás, estamos equivocándonos en algo importante; jóvenes desorientados, padres con dudoso ejercicio de autoridad, estamentos públicos y privados que muestran poca capacidad de respuesta o prevención, deben reflexionar sobre esta cuestión vinculada a la educación en valores, la responsabilidad cívica y el orden público, para que no se escape de nuestras manos.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.