Las nuevas catedrales
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EL REPASO ·
De cómo las críticas al polémico edificio olvidan una cosa: así no podemos seguirEmpecemos, si les parece, por la constatación de una obviedad: el casco antiguo de Logroño está mal. Lleva estando mal desde que tengo memoria, y ya estoy en esa agridulce edad en la que de todo han pasado treinta años. Estuvo peor, pero está mal. ... La mayoría de los logroñeses no contempla la parte más bonita de su ciudad como un lugar en el que le gustaría vivir, y esa ya es buena desgracia. Han pasado muchos años de planes de reforma, burbujas inmobiliarias, solares despechados y, en fin, palabra sin sustancia.
Creo que ese es un punto de partida al que conviene anclarse para empezar a enjuiciar el polémico proyecto de Bosonit. La evidencia de que así no podemos seguir.
A partir de ahí habrá que constatar otra obviedad. Que el proyecto sí afectará a la imagen del centro histórico de la ciudad. Aunque sea a un aspecto tan subjetivo como el de la vista. Los 23 metros de altura del edificio en su esquina más alta estarán en el 'skyline' más emblemático de la ciudad para siempre, o al menos para muchos años.
La cuestión es si eso nos parece mal. Ya les digo que a mí no. Optar por un edificio así es arriesgado, y por tanto valiente. Pero hay un punto hipócrita en algunas críticas: si en ese solar se hubiera construido algo tan feo como, pongamos por caso, el edificio del Colegio de Médicos que queda ahí al ladito nadie hubiera dicho ni mu. Y la cosa hubiera sido sensiblemente peor.
La ciudad que dejamos atrás es la que define quiénes éramos, y es bueno que también hable de cuándo vivimos. La arquitectura es una parte fundamental de ese legado y la mejor, la más osada, siempre tiene un punto polémico.
Siempre lo ha tenido, ojo. Pero algunas de las críticas que ahora leo me recuerdan a las muy feroces que recibió en su momento Gerardo Cuadra, el hombre que llevó la arquitectura religiosa riojana al siglo XX. Su atrevimiento siempre fue recibido a pedradas, pero su legado, que es el nuestro, ahí queda y ahí resiste.
Este es nuestro tiempo, esta es nuestra arquitectura, este es nuestro mundo. Cada una de las torres de las iglesias del Casco Antiguo es hija de un tiempo muy determinada, rabiosamente modernas en su momento, radicalmente distintas a lo anterior. Ahora nuestras catedrales ya no sirven para rezar, pero siguen sirviendo para retratarnos.
JUEVES | LA ESPERA
Toda sociedad tiene sus piedras en el zapato. Cosas que funcionan regular desde hace tiempo, de las que nos quejamos propios y extraños hasta que, en fin, terminan por derrumbarse con estrépito. Y es entonces cuando los que deberían haber puesto manos a la obra tiempo ha deciden que sí, que quizá es el momento.
Dos ejemplos. La Seguridad Social no funciona. O sí funciona, pero cuesta tanto que un ciudadano llegue a conseguir siquiera una cita que es como si no lo hiciera. El servicio se ha ido depauperando poco a poco, mientras se denunciaba lo que la pandemia terminó de descoser, que con cada vez menos personal, al final todo saltaría por los aires. De poco sirve que haya cada vez más trámites digitales si cualquier papeleo presencial te cuesta mes y medio con suerte.
El otro ejemplo. La Justicia lleva floja de recursos desde siempre. Ahora una huelga ha hecho aún más evidente esa carencia. Todo se paraliza ante un conflicto en el que, por cierto, el Gobierno hace como si no fuera con él. Pero solo es un síntoma de una enfermedad anterior: la desatención.
MIÉRCOLES | TURQUÍA
Mala cosa es cuando una tragedia es fotogénica. Y pocas riadas de imágenes tan brutalmente impactantes recuerdo como las que estas semanas llegaban a la redacción desde Turquía y Siria. Me quedo con la que, con el corazón un poco encogido, llevamos a portada el miércoles: un padre sujeta la mano de su hija muerta, que es lo único que sobresale de una cama sobre la que descansan toneladas de piedra. El hombre se llama Mesut Hancer y la mano es la de Irmak, de 15 años. La mirada de Mesut está más allá de la tristeza o del dolor. Lo que pasa por su cabeza es otra cosa. Es vacío, ese vacío que es peor que cualquier pena.
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