Boris Johnson y el vacío moral

Resulta inevitable estos días contemplar la grave crisis política que atraviesa el Gobierno de Reino Unido desde la perspectiva de los ciudadanos que padecen de la forma más cruel posible los estragos de la pandemia. La de aquellos que al dolor por la pérdida de ... seres queridos de los que ni siquiera pudieron despedirse suman la certeza de que, en momentos de severas restricciones para reunirse, en el corazón del poder no paraba la fiesta. Un colectivo de afligidos que incluye a la misma reina Isabel, ahora que se sabe que la madrugada del funeral de su esposo corría el alcohol en el 10 de Downing Street. A estas alturas de la sucesión de escándalos que jalonan sus dos años al frente del Ejecutivo, lo mismo da si a esta última celebración conocida asistió Boris Johnson, una vez que el vacío moral que ha propulsado su carrera política ha contagiado a su corte de colaboradores. Si ya se ha filtrado que la investigación oficial no señalará delitos en el proceder del primer ministro, solo queda que el Partido Conservador llegue a la conclusión de que el artífice de su mayor victoria en 30 años y del 'brexit' se ha convertido en un obstáculo para revalidar el favor de los electores.