Boris Johnson gana la partida
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El primer ministro británico juega con los tiempos parlamentarios para frenar el último intento de evitar un 'brexit' duroBoris Johnson, un fiero animal político sin demasiados escrúpulos, ha ideado una fórmula excepcional para conseguir frenar los intentos del Parlamento de evitar un 'brexit' duro: se ha dirigido a la reina Isabel para pedirle que suspenda el Parlamento desde el 10 septiembre y hasta ... el próximo 14 de octubre. La noticia de tal pretensión ha llegado cuando el jefe de la oposición, Jeremy Corbyn, tras barajar la presentación de una inviable moción de censura, había decidido ya impulsar una acción legislativa para frenar la salida a las bravas de Europa. El pretexto para la suspensión es la necesidad de permitir la preparación del tradicional 'discurso de la Reina', una arraigada costumbre del sistema británico con la que se inauguran los cursos parlamentarios y que cobra especial importancia cuando hay un nuevo primer ministro. Con este periodo de parálisis, la oposición ya no tendrá prácticamente tiempo de aplicar alguno de los resortes que se habían planteado para cerrar la puerta a una salida de la UE sin un acuerdo con Bruselas. La marrullería de Johnson ha generado una tormenta en la oposición pero también en las filas del partido conservador, ya que el diputado pro Remain (y ex fiscal general) Dominic Grieve ha calificado la decisión de «acto indignante» que provocará «la caída de este gobierno». El presidente de la Cámara de los Comunes, el popular John Bercow, ha dicho que esta medida es un «atropello constitucional» ya que, por mucho que «se disfrace», es claro que se pretende «impedir al Parlamento que debata sobre el 'brexit' y que cumpla con su deber». El primer ministro niega que tenga intención de saltarse el Parlamento; según él, los diputados «tendrán tiempo de sobra» para debatir antes y después del 17 de octubre (fecha para la que está previsto el próximo Consejo Europeo). La Reina aceptaba ayer decretar la suspensión del Parlamento que le reclamaba su primer ministro; aunque algunas voces habían imaginado la posibilidad de una negativa regia en este caso excepcional, la tradición más que centenaria establece que la Corona no puede perder su neutralidad. Así pues, el tiempo político escaseará tanto que es poco probable que pueda producirse un movimiento eficaz entre el 14 y el 31 de octubre, la fecha fatídica de la ruptura sin reglas. Bruselas debe estar prevenida para encajar el golpe y evitar cualquier asimetría.
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