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Cuando José Luis Rodríguez Zapatero delegó hace diez años en José Blanco el Ministerio de Fomento, muchos se echaron las manos a la cabeza por situar en tan notable y delicado departamento a uno de los socialistas más corrosivos que hayan salido de la factoría ... de Ferraz. Pero, hete aquí, Pepiño se transmutó en un atento y cortés don José desde el minuto uno, eso sí, incapaz de cumplir sus voluntariosas promesas con La Rioja por imposibilidad presupuestaria. La crisis obligó a severos ajustes y recortes.
Ahora le toca el turno a Francisco Ocón en la nueva Consejería de Gobernanza Pública del Gobierno de La Rioja. Un político listo, rápido, de lengua afilada y análisis aún más punzante, azote del PP en todas y cada una de las políticas desarrolladas en los últimos años, escándalos mediante. Sólo el mero hecho de sentarse en el Consejo de Gobierno debería ser revulsivo suficiente para que el secretario general de los socialistas riojanos desempeñe su rol de consejero moderando su veta política. Es un ejercicio potestativo, evidente, pero a buen seguro esa transición le será mucho más leve al observar a quienes le acompañan en el gabinete de Andreu. Ciertamente, un equipo de altura, de expertos, que transmite un imagen de destreza y conocimiento muy esperanzadora. Un Gobierno bastante más que bonito, como con los que se conforma Pedro Sánchez.
Otra cosa será cómo y qué políticas aplicarán. Porque si el BOR se plaga de medidas parciales e intransigentes, este Ejecutivo no gobernará para todos. Peor todavía: gobernará contra una parte de la sociedad. Y eso será muy feo.
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