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Ayer Rosa Palo, en este mismo espacio, escribió: «Es lo que tienen los arrogantes, que están convencidos de llevar la verdad en el bolsillo del abrigo». Mi compañera tiene razón: no hay nada que llene más los bolsillos —y el ego— que el convencimiento de ... ser el más listo de la clase. Si no me creen, no tienen más que mirar los bultos —laterales— del pantalón del emérito, tan hinchados de billetes y de impunidad que su última autoliquidación complementaria ante Hacienda ha superado los cuatro millones. VOX, por su parte, que aún se pasea por ahí con los bolsillos repletos de odio, ha decidido presentar una iniciativa, en cada una de las instituciones en las que cuenta con representación, para declarar el 8 de marzo como 'Día Nacional de las Víctimas del Coronavirus'. Las mujeres, por lo visto, no tenemos la relevancia suficiente como para no compartir espacio ni siquiera el día del año en el que nuestra presencia institucional se hace más visible.
Pese a las bravuconadas de la ultraderecha, las españolas teníamos claro que el modo de hacernos escuchar este año no serían, en ningún caso, las manifestaciones multitudinarias. Todas excepto Irene Montero, quien –después de pedir que el feminismo vuelva a tomar las calles en un contexto sanitario terrorífico– ha tenido que vaciar sus bolsillos de inconsciencia, reconducir su mensaje y proponer la celebración de «actos creativos». No tengo claro a qué se refiere la ministra con esta expresión, pero ojalá toda esa creatividad no se traduzca en un aumento de los contagios ni en un nuevo uso partidista del mayor movimiento político de nuestro siglo. Rectificar es una bella manera de llenarse los bolsillos con algo que sí merezca la pena.
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